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Ilustres anonimos
El precio de aguantar

El precio de aguantar 7486e

16/2/2025 · 43:03
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Ilustres anonimos

Descripción de El precio de aguantar 2z5a9

🎙️ ¡Saludos, oyentes de Ilustres Anónimos! Hoy nos sumergimos en un episodio crudo, real y necesario: "El precio de aguantar", una reflexión sobre la salud mental, la ansiedad y la gran hipocresía del mundo laboral. ⚠️ ¿De qué hablaremos en este episodio? 💼 La mentira del bienestar en el trabajo: Cómo las empresas predican el equilibrio emocional mientras exprimen a sus empleados hasta el colapso. 🤯 Ansiedad y ataques de pánico: Mi experiencia personal con la ansiedad laboral, los síntomas que ignoré y la respuesta devastadora de la empresa. 😞 El precio de ser "el fuerte": La presión de aparentar estabilidad, el peso de la expectativa y la cultura de aguantar hasta romperse. 🎭 El caso de Ted Lasso: El paralelismo entre su historia y la realidad de muchos que sufren en silencio. 💔 Figuras que se quebraron: Robin Williams, Verónica Forqué, Anthony Bourdain, Avicii y otros que vivieron el mismo infierno: éxito por fuera, angustia por dentro. 📚 Extras Especiales 🔍 ¿Por qué nos han enseñado a seguir adelante sin parar, aunque eso nos destruya? 📊 Datos sobre salud mental en el trabajo y la falta de apoyo real en muchas empresas. ⚡ Reflexión sobre cómo podemos cambiar nuestra relación con el trabajo y con nosotros mismos. 🌱 Reflexión Final Aguantar tiene un precio, pero no tenemos por qué pagarlo. Ted Lasso nos enseñó que la fortaleza no es aguantarlo todo, sino saber cuándo es momento de parar. La vida no debería ser solo supervivencia, sino también bienestar. 📣 Llamada a la Acción Si este episodio ha resonado contigo, compártelo. Hablemos de esto, rompamos el silencio y recordemos que cuidarnos no es un lujo, es una necesidad. 1x2i5s

Lee el podcast de El precio de aguantar

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Bienvenidos al podcast de Ilustres Anónimos.
Hay una escena en el penúltimo episodio de Ted Lasso, de la tercera temporada, que me dejó muy tocado.
La madre de Ted, que se presenta allí sin avisar y en Inglaterra.
Hablando con Berg, le dice una frase brutal, de esas que te golpean en el estómago sin previo aviso.
¿Cómo le va?
Bueno, voy ganando, pero él va a conseguir la bola extra.
No, perro verde, que ¿cómo está mi hijo?
Bueno, es Ted.
Veo que sigue preguntando si todos están bien sin aceptar ni un ápice de ayuda para él.
Y ahí lo tuve claro. En esa frase estaba, en cierto modo, resumida mi vida.
Me pasé años haciendo lo imposible para que todo funcionara a mi alrededor,
para que el trabajo siguiera adelante, para que los problemas no se notaran,
para que la gente a mi alrededor no sintiera la misma angustia que yo llevaba adentro.
Y mientras tanto, mi salud mental se iba desmoronando como un castillo de naipes en un vendaval.
Los ataques de pánico, las crisis de ansiedad llegaron poco a poco,
como un susurro que al principio intenté ignorar.
Un latido acelerado aquí, una sensación de asfixia allá.
Ese estrés, me decía, es solo un mal día.
Hasta que una mañana, una fatídica mañana, me di cuenta de que no podía respirar,
de que el suelo se hundía bajo mis pies y de que mi cerebro había decidido que estaba en peligro de muerte.
Aunque en realidad, lo único que tenía delante de mí era mi puesto de trabajo y un puñado de mensajes sin responder.
En ese momento, entendí que algo estaba jodidamente mal.
Y lo peor de todo no fue el ataque de pánico en sí.
No fue la sensación de terror absoluto, ni el sudor frío, ni la taquicardia descontrolada.
Lo peor fue la respuesta de la empresa.
Porque cuando tu cuerpo se rompe, cuando colapsas, cuando dejas de ser una máquina productiva,
el disfraz de familia corporativa se cae en cuestión de segundos.
Hoy quiero hablar de eso con vuestro permiso.
De la gran mentira del bienestar en el trabajo, de cómo las empresas venden una imagen de apoyo emocional y salud mental,
mientras en realidad exprimen a la gente hasta dejarla sin aire.
Quiero hablar de lo que significa vivir con ansiedad en un mundo que solo te valora si eres útil.
Y quiero hacerlo con toda la crudeza que merece el tema.
Pero no solo voy a hablar de mi historia, porque esto no me ha pasado solo a mí.
Personas muchísimo más exitosas, iradas, más queridas, también han vivido este infierno.
Robin Williams, el hombre que hizo reír a generaciones, se apagó en la soledad de su propia angustia.
Verónica Forqué, mi queridísima Verónica Forqué, aplaudida en los escenarios,
terminó siendo víctima de la presión y del juicio público cuando más ayuda necesitaba.
Avicii, Chester Bennington, Anthony Bourdain, nombres que brillaban para el mundo,
pero que por dentro estaban hundidos en un pozo del que nadie los supo rescatar.
Gente que parecía tenerlo todo, pero que en realidad lo había perdido todo,
porque el éxito no significa nada si por dentro te estás desmoronando.
Y lo peor es que este sistema sigue igual.
Nos siguen enseñando a aguantar, a no molestar, a seguir adelante, aunque nos estemos rompiendo.
Nos siguen repitiendo que la salud mental es importante,
pero en cuanto dejas de rendir al ritmo que esperan de ti, pasas de ser una persona a ser un problema.
Porque en este mundo no importa cómo estés, siempre y cuando sigas funcionando.
Así que sí, este episodio es un puñetazo sobre la mesa, es algo diferente.
Porque estoy harto, estoy harto, no, hartísimo.
Y si tú alguna vez has sentido lo mismo, si alguna vez has estado en ese borde donde el cuerpo te grita que pares,
pero el mundo te exige que sigas, este episodio, este episodio de hoy, es para ti.
Y antes de seguir, espero que estéis muy bien.
Antes de...

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