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Descripción de Por todos los caídos 4i4j29
—¡Honor y gloria a los mártires! ¡Morir por una causa noble, por una causa humana, no es morir! —decía con fuerza y convicción Josefina desde el templete ubicado en las afueras del palacio de gobierno poblano. El sol quemaba a discreción. El viento no sopló esa tarde. Los ojos castaños de la líderesa asomaban un brillo acusador que se miraba incluso a la sombra del sombrero de paja que portaba. 256s3m
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Por todos los caídos.
¡Honor y gloria a los mártires! ¡Morir por una causa noble, por una causa humana, no es morir! decía con fuerza y convicción Josefina desde el templete ubicado en las afueras del Palacio de Gobierno Poblano.
El sol quemaba a discreción.
El viento no sopló esa tarde.
Los ojos castaños de la lideresa asomaban un brillo acusador que se miraba incluso a la sombra del sombrero de paja que portaba.
Recordar a nuestros caídos es un acto de justicia y memoria histórica.
Su sacrificio no fue en mano y su lucha continúa con cada uno de nosotros, afirmó.
Fueron largas semanas de lucha.
Jornadas intensas de resistencia por parte de los aldeanos, pero por fin, después de dos marchas de 10 mil y 25 mil personas en la capital del estado, el 18 de enero del año siguiente, giraron orden de aprehensión contra Mariano y su palomilla, incluyendo a don Eugenio, quien pagó muchísimo dinero por salir libre, pero con todo, regresó a prisión por varios crímenes cometidos.
Ese día, Carlos, quien había desafiado la muerte en dos ocasiones, observaba la vía del tren desde su ventana.
Había regresado a la casa de Rosita.
Era el sitio más seguro para él.
Lo acompañaba Josefina, su esposa, quien para ese entonces ya había dado la luz a su primogénito.
Llamado Francisco.
La colonia se reagrupó.
Nuevamente retomó la línea de organización que dejó el profe.
Un activista diferente dio seguimiento a la reconstrucción de la colonia.
Esta vez, las jugarían todas.
Electrificación, drenaje y pavimentación.
Dos años más tarde, se inscribieron en el partido municipal.
No resultó sencillo, pero para las elecciones del 76, Olincla se había fortalecido y tenía su propio candidato para presidente municipal.
Amado.
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