
PICO DELLA MIRANDOLA Y EL DISCURSO SOBRE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE 5fmh
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Si en la noche, en el cielo de primavera, justo antes de empezar a recoger el Rocío alquímico, buscas la luz de la estrella Antares, cuando esta llegue a tus ojos, Pico della Mirandola estará en ese mismo momento aclarándose la garganta y empezando a declamar su Discurso sobre la Dignidad del Hombre en la Piazza della Signoria de Florencia. Ya te aviso. Se está liando una buena... 176m41
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Bienvenidas y bienvenidos a Horizontes Perdidos, un podcast de Leo Vicente.
Entrad libremente y por vuestra propia voluntad, un viaje mágico para recuperar el centro.
Sendas a los adentros, geografía mítica y atlas espiritual para nobles viajeros.
La epopeya de Gilgamesh es una de las obras literarias más antiguas conocidas de la humanidad.
Gilgamesh fue un rey de la ciudad de Uruk, la antigua Babilonia, en Sumeria, y se cree que gobernó alrededor del siglo XXVII a.C. Según la epopeya, Gilgamesh era un rey tiránico y opresivo, pero después de la llegada de Enkidu, un hombre salvaje, la Sombra, creado por los dioses para equilibrar el poder de Gilgamesh, ambos se convirtieron en amigos y compañeros de aventuras.
La epopeya de Gilgamesh narra las aventuras de Gilgamesh y Enkidu, incluyendo su viaje al bosque de los cedros para matar al monstruo Jumbaba y su búsqueda de la inmortalidad después de la muerte de Enkidu.
La epopeya también incluye la historia del diluvio universal, que tiene paralelismos con la historia de nuestro diluvio bíblico.
En los días jóvenes, en los días de Gilgamesh, antes de que el rey hubiese descubierto el dolor de Astarté, hizo construir un recinto sagrado en su palacio de Uruk.
También hizo proyectar la entrada del tercer palacio, de modo que las personas se echaban a llorar cuando la cruzaban.
A esa puerta los babilonios la llamaron Bilú-Sasiri.
Debes recordar ese nombre.
Era una puerta que no necesitaba centinelas, porque su finalidad no consistía en cerrar ni impedir la entrada, sino en revelar, en apartar el velo.
Todo hombre dotado de alguna consistencia interna que visitase al señor del mundo, fuese embajador o esclavo, habría llorado antes de pasar a su presencia.
Esa puerta de Bilú tenía el poder de conjurar las lágrimas.
Y esto es arte y geografía sagrada.
El nombre de esta puerta se correspondía para los antiguos babilonios con una estrella, la correspondiente a nuestra Antares o Alfa de la constelación de Escorpión.
Descubrimos que para aquellos estaba relacionada con la vigésimo cuarta constelación eclíptica y significaba algo así como Señor de la Semilla.
Pero no empezamos a entender sus implicaciones esotéricas, sino mucho más tarde, cuando aprendimos a distinguir el parecido entre la forma del embrión y la forma de la luz.
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