PELAYO, EL HÉROE QUE SALVÓ HISPANIA - José Soto Chica + Javier Rubió Donzé 6m2im

¿Por qué Pelayo se manosea tanto? ¿Por qué se quiere decir que Covadonga no existió o que fue una cosa que no tuvo ninguna importancia? Porque evidentemente hay un interés.

Esa Hispania visigoda, esa primera Hispania de la conquista musulmana, no es España, claro que no.

Pero la segunda no se puede explicar sin la primera.

Creo que tenemos una suerte de complejo de Edipo con nuestra historia, esa necesidad casi ya enfermiza de matar al padre, o sea, de matar a nuestro pasado, a lo que nos conforma y nos da origen, a lo que nos da identidad, ¿verdad? Y Pelayo, evidentemente, es uno de esos núcleos.

Aunque llevo 25 años trabajando su fuente, leyendo todo lo que cae en mis manos, pues, oye, he vuelto a aprender cosas que no sabía.

Y yo creo que fue una batalla importante.

La versión de la escaramuza no me la creo.

Haznos salvaje es un título que se da en grado honroso, que necesariamente yo he tenido que imaginar a un Pelayo fuerte, un Pelayo idealista, un Pelayo rebelde.

Un ensayo puede emocionarte, yo lo intento, ¿no? Y hay muy buenos ensayos anglosajones y ya, por fin, en España se está haciendo también muy buen ensayo, ¿no? ¿Por qué crees, Pepe, que hay historiadores, es decir, que son los menos, que niegan la batalla de Covadonga y que incluso Pelayo existiese? ¿Por qué? LA CONVERSACIÓN CON JAVIER RUBIO DONZÉ Hoy tengo conmigo a mi amigo Pepe Soto Chica, exmilitar, doctor en Historia Medieval y experto en la Tardoantigüedad.

Pepe es investigador del Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de Granada y también es novelista. Y no es un novelista cualquiera.

Pepe no sólo escribe magníficos ensayos históricos, sino, y no se le caen los anillos por esto, también escribe novelas históricas de una calidad impresionante.

Yo diría que es el mejor novelista histórico de España.

Lo que oyen, sí, sí, sí.

Y hoy nos va a hablar de su última novela que se titula Pelayo.

La novela del héroe que salvó a España.

Muy buenas, Pepe. ¿Qué tal? Pues muy contento, Javier, de estar aquí en Academia Play, que también es mi casa, que algún que otro guión he podido escribir para vosotros, lo cual ha sido un honor.

Y muy feliz porque hoy se presenta Pelayo y lo presento también aquí contigo, ¿no? Con una persona tan entrañable con la que me une amistad y pasión por la historia.

Así que muchas gracias por esas palabras.

Nada, el honor es nuestro.

Oye, Pepe, ¿cómo te ha dado a ti por escribir de don Pelayo? Bueno, Pelayo, como digo al final del libro, se ha convertido en un ejercicio de riesgo para un historiador.

¿Por qué? Bueno, ya sabes que nuestra historia siempre está a debate, es una particularidad de España.

Yo creo que tenemos una suerte de complejo de Edipo con nuestra historia.

Esa necesidad casi ya enfermiza de matar al padre, o sea, de matar a nuestro pasado, a lo que nos conforma y nos da origen, a lo que nos da identidad, ¿verdad? Y Pelayo, evidentemente, es uno de esos núcleos, de esos nudos cardinales, ¿no?, que consagran la identidad de nuestra patria, de nuestro país.

Porque es una bisagra.

Si te das cuenta, Pelayo es un godo, es un noble hispano godo.

Ha visto cómo se derrumba el reino, el reino de la Hispania bisegoda, y alza sobre las ruinas de ese reino, alza una nueva cosa que se llama Asturia, ¿no? Al principio en singular, luego ya en plural, ¿verdad? Y ese reino, pasando los siglos, pues daría origen a León, a Castilla y, por supuesto, a lo que es la monarquía española, lo que es el país que todos conocemos como España, ¿no? Y que tiene sus raíces, profundísimas raíces, pues en todos estos periodos, ¿no? Que es, además, una identidad complejísima, porque la edad media española tiene esta riqueza, ¿no? Tiene Al-Ándalus, tiene Asturias, León-Castilla, los condados catalanes, Aragón...

En fin, ¿qué os voy a contar, no? Pero Pelayo me interesaba particularmente a Javier por una cuestión.

En un mundo como el nuestro, en un tiempo como el que nos ha tocado vivir, hay una cosa que a mí me da mucho miedo, que es la pasividad.

La gente se está volviendo muy pasiva, y Pelayo es un ejemplo de rebeldía, de hombre que no se pliega, de hombre que se mantiene de pie, pese a que tiene todo en contra.

Es el mayor rebelde de la historia de España, sin ningún género de dudas, porque él lo tenía fácil.

Podía haber pactado, como lo hicieron la inmensa mayor parte de los nobles y de los obispos hispanogodos, con el nuevo poder, con ese nuevo Al-Ándalus que estaba surgiendo durante la conquista, por parte de los árabes de la Hispania visigoda.

Lo hubiera tenido facilísimo para llevar una vida muy agradable, porque se le mantenían sus privilegios sociales, sus privilegios económicos, etcétera, etcétera.

Sin embargo, opta por echarse al monte, por jugárselo todo, por vivir una vida de lucha continua, de pobreza dura, tremenda,