PABLO d´ORS: " El dolor es inevitable el sufrimiento es opcional" 194g4a

Buenos días y muchas gracias por estar un día más con todos nosotros en La Primera Impresión.

Ya sabéis que cada semana entrevistamos a personas de interés, a líderes sociales, a gente que nos inspira y de la que aprendemos, gente que además es muy generosa porque nos cuenta anécdotas personales, profesionales y sobre todo ya sabéis que casi todo es mentira menos La Primera Impresión.

Bueno, nuestro invitado de hoy es un sacerdote diocesano, además fundador de una asociación que muchos conocen que es la de Amigos del Desierto.

Yo diría que hace años escribió un libro de culto como es Biografía del silencio, que es un texto estudiado por mucha gente que está inquieta por el mundo de la meditación, del enfoque, casi diría del saber vivir.

Asegura que todos nosotros o la inmensa mayoría de las personas pensamos mucho en la vida pero la vivimos poco y que la Tierra Prometida somos nosotros.

Hoy tenemos en La Primera Impresión a Pablo Dors.

Pablo, ¿cómo estás? Muchas gracias Jesús por esta presentación tan bonita.

Pues estoy bastante bien, bastante bien dispuesto a esta conversación.

Me ha gustado mucho en tus palabras este recordatorio de que la Tierra Prometida somos nosotros y creo que cuando lo escribí no me hacía cargo realmente de lo que quería decir con aquello y ahora creo que lo comprendo un poco más, supongo que dentro de otros 10 o 12 años que han pasado desde que lo escribí, cuando pasen otros 10 o 12 más, pues será todavía también muy diferente, pero esa es la cuestión, ¿quiénes somos nosotros? Si quieres empezamos por eso, ¿por qué la Tierra Prometida somos nosotros? Decía Ramana Maharshi que la gran pregunta es ¿quién soy yo? ¿qué soy yo? Y proponía, y yo lo sigo bastante fielmente, una práctica de autoindagación.

Es decir, el silencio meditativo te conduce a un territorio donde esa pregunta, ¿qué soy yo?, resulta particularmente fecunda.

Normalmente no queremos saber quiénes somos o tenemos una idea muy superficial y nos agarramos a una identidad social, a una identidad familiar, a una identidad laboral, a una identidad vocacional, pero todo eso nos deja finalmente insatisfechos.

Y el gran problema es que nos identificamos con nuestro cuerpo y por eso sufrimos, nos identificamos con nuestra mente y por eso sufrimos y no vivimos desde el yo profundo, desde la identidad más radical y la meditación lo que intenta es llegar a ese núcleo de luz, a ese núcleo identitario más profundo.

Y cuando nos acercamos vamos descubriendo, lo que se va descubriendo es que el misterio del ser, que los creyentes llamamos Dios, no es otro que el misterio de ti mismo.

Por decirlo en el lenguaje clásico de la teología católica, dado que yo soy sacerdote, pues nosotros somos hijos de Dios, nosotros somos Dios mismo.

Y eso es lo que se va descubriendo en la práctica.

Pero cuando dices que la tierra prometida somos nosotros, al final parece que hay como una promesa futura en que nos estamos buscando y va a haber una recompensa.

¿Cuándo llega esa recompensa? En realidad la recompensa ya está aquí, simplemente que basta abrir los ojos y mirar.

Y no podemos por menos que descubrirla.

Pero también es cierto que estamos en el mundo de la forma, no en el mundo del fondo, y por tanto todavía, ya sí, pero todavía no.

Es decir, que podemos disfrutar las primicias, podríamos decir, de esa plenitud, pero también estamos todavía un poco lejos.

Es decir, que estamos todavía peleando con la vida y enfangados en el sufrimiento cuando podríamos estar en la paz.

Yo sí que tengo una propuesta, ¿no?