
Lord Ruthven, el monstruo continuaba viviendo - Relatos de Vampiros 40h61
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Clásico de la literatura vampírica. Corte especial de El vampiro. Un relato de vampiros del médico y escritor John William Polidori (1795-1821), compuesto en 1816. El argumento de El vampiro surgió en una de los cónclaves literarios más famosos de la historia. El hecho se produjo en Villa Diodati, Suiza, donde se reunieron John William Polidori, Lord Byron, Percy Shelley, Mary Shelley y Matthew Lewis, entre otros tertulianos menos célebres. #vampiros #relato #cuentos La noche del 17 de junio de 1816 el grupo se reunió frente al fuego para escuchar algunos cuentos pertenecientes a una extraordinaria antología llamada: Fantasmagoriana, que contenía algunas leyendas alemanas de fantasmas. Estimulados por su lectura todos acordaron escribir un cuento de terror. Solo dos cumplieron la promesa. Mary Shelley, quien escribiría nada menos que Frankenstein o el moderno Prometeo (Frankenstein or The Modern Prometheus) y John William Polidori, quien daría forma al argumento principal de El vampiro. El vampiro es el primer relato en donde la figura del vampiro abandona sus hábitos orilleros para convertirse en una persona pública, seductora, aristocrática, que se rodea de humanos y los encanta con una personalidad avasalladora. 53686d
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El vampiro. Sus ojos parecían salir de las órbitas.
—Lo juro, juro —exclamó Auri. Losrudven se dejó caer sobre la almohada, lanzando una carcajada, y expiró.
Fue un acto de un país en el que sólo había padecido tremendos horrores, y en el que todo conspiraba para fortalecer aquella superstición melancólica que se había adueñado de su mente. Resolvió abandonarlo, no tardando en llegar a Esmirna.
Mientras esperaba un barco que le condujera a Otranto o a Nápoles, estuvo ocupado en disponer los efectos que tenía consigo y que habían pertenecido a Losrudven.
Entre otras cosas, halló un estuche que contenía varias armas, más o menos adecuada para asegurar la muerte de una víctima. Dentro se hallaban varias dagas y ataganes. Mientras los examinaba asombrado ante sus curiosas formas, grande fue su sorpresa al encontrar una vaina ornamentada en el mismo estilo que la daga hallada en la choza fatal.
Auri se estremeció, y deseando obtener nuevas pruebas, buscó la daga.
Horror llegó a su culminación cuando verificó que la hoja se adaptaba a la vaina, pese a su peculiar forma, no necesitaba ya más pruebas. Aunque sus ojos parecían como pegados a la daga, pese a lo cual todavía se resistía a creerlo, sin embargo aquella forma especial, los mismos esplendorosos adornos del manco y la vaina, no dejaban el menor resquicio a la duda, ambos objetos mostraban gotas de sangre.
Auri murió de esmirna, y ya en Roma, sus primeras investigaciones se refirieron a la joven que él había intentado arrancar a las artes seductoras de Lord Ruthven. Sus padres se hallaban desconsolados, totalmente arruinados, y a la joven no se la había vuelto a ver desde la salida de la capital de Lord Ruthven.
El cerebro de Auri estuvo a punto de desquiciarse ante tal cúmulo de horrores, temiendo que la joven también hubiese sido víctima del mismo asesino de Yante. Lord Ruthven había vuelto a presentarse ante él, y todos los detalles se encadenaron súbitamente ante sus ojos. La daga, la vaina, la víctima, su juramento... No era posible.
Se dijo muy excitado, no era posible que un muerto resucitara, era imposible que fuese un ser real, por eso decidió frecuentar de nuevo la sociedad, necesitaba aclarar sus dudas. Pero cuando noche tras noche recorrió diversos salones, siempre con el nombre de Lord Ruthven en sus labios, nada consiguió.
Una semana más tarde, acudió con su hermana a una fiesta, en la mansión de unas nuevas amistades. Dejándola bajo la protección de la anfitriona, Auri retiróse a un rincón, y allí dio rienda a sus pensamientos. Cuando al fin vio que los invitados empezaban a marcharse, penetró en el salón, y halló a su hermana rodeada de varios caballeros, al parecer conversando animadamente.
El joven intentó abrirse paso para acudir junto a su hermana, cuando uno de los presentes le ofreció aquellas facciones que tanto aburrecía. Auri dio un tremendo salto, tomó a su hermana del brazo, y apresuradamente la arrastró hacia la calle. En la puerta encontró impedido el paso, por la multitud de criados que aguardaban. Mientras trataba de superar aquella barrera humana, volvió a su oído la conocida y fatídica voz. Acuérdate del juramento.
No se atrevió a girar, y siempre, arrastrando a su hermana. No tardó en llegar a casa, Auri empezó a dar señales de desequilibrio mental. Si antes su cerebro había estado solo ocupado con un tema, ahora se hallaba totalmente absorto en él, teniendo ya la certidumbre de que el mostruo continuaba viviendo. Vaya mientras.
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