Lectura del Evangelio y Meditación diaria. DOMINGO V PASCUA, 18 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist 51572l

Ven, Espíritu Santo, inflama nuestros corazones en las ansias redentoras del corazón de Cristo, para que frizcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío, Jesucristo, por el corazón inmaculado de María me consagra tu corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.

Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Bispo y sus intenciones, por nuestro párroco y sus intenciones.

Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en prueba de mi final afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra todo mi ser, ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa de posesión tuya.

Amén.

Vamos a darle gracias al Señor por este día tan precioso, este domingo en el que Él nos invita a compartir, a vivir este gozo de la resurrección y a seguir profundizando.

Ya iniciamos una semana más, la penúltima, porque ya nos vamos acercando a la Ascensión y por tanto al final de la Pascua y a Pentecostés y yo creo que, bueno, estamos todavía lejos y todavía queda, pero sí que uno tiene que ir planteándose si de verdad está viviendo la vida resucitada o si no ha cambiado nada, porque si no ha cambiado nada pues es un problema, porque muchas veces lo que nos sucede es que somos impermeables a los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor y yo creo que es bonito que uno vaya convirtiéndose a esa vida resucitada.

Bueno, dice la oración colecta que la Iglesia nos propone para este día, dice así, Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos miranos siempre con amor de Padre y haz que cuantos creemos en Cristo tu Hijo alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna.

Precioso, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos.

Bueno, no lo olvidemos, toda la redención parte de un deseo de Dios, esto es una cosa que yo creo que siempre nos sorprenderá, a mí por lo menos me sorprende muchísimo, Dios por un amor absolutamente liberal, infinitamente libre, sin necesitar nada de nada, decidió crearnos y cuando el hombre perdió su amistad, en vez de rechazarlo, Dios quiso volver a conquistarlo.

Es que es misteriosísimo eso, porque por un acto de profunda libertad Dios decide hacer una criatura invitada al amor con él, esta criatura cometiendo la estupidez más gorda del mundo, se aparta de Dios, una manera misteriosa que algún día entenderemos en el cielo, pero que es verdad que tenemos una inclinación al mal que se ha metido en nosotros, que es lo que llamamos el pecado original, y Dios en vez de abandonarnos y decir mira pues ya está, no voy a complicar la vida, porque nos ha quedado para compartir con nosotros su intimidad, pero no porque nos necesitase, y en vez de mandarnos a la porra, de nuevo por un acto impresionante, decidió ir a conquistar nuestro corazón, que es la redención, de verdad que eso es algo grandioso, yo creo, impresionante, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, has querido hacer familia, Señor, el Padre, o Dios en general, es una locura, creo que es una locura, una locura que nunca entenderemos, una locura de un amor infinito que nunca entenderemos, que a nada que mirrumbremos puntualmente de una manera pequeñita, no tendremos vida suficiente para agradecer, porque es un acto de una generosidad y una libertad, a mí me impacta un montón pensar que Dios nos llama hijos delante de toda la creación, nos llama hijos delante de los seres creados como más excelsos para contemplar su grandeza, nos llama hijos delante de los ángeles, y nosotros rezamos el Padre nuestro y lo rezamos de aquella manera, que uno dice, oye, pero entérate, que es que Dios se ha dignado redimirte y ha querido hacerte hijo tuyo, hijo suyo, perdón, entonces bueno, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de Padre, que es, mira, aguántanos, míranos siempre con amor de Padre, de familia, de relación, un amor que se los da.