Jordi Esteva, viajar para contarlo 455l6n

Pues bienvenidos a una nueva edición, como siempre, desde la sede de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, en el corazón, en el mismísimo corazón de Barcelona.

Una nueva edición de Librújula Podcast y hoy contamos con un amigo al que cuesta mucho invitar, porque suele estar fuera. Y es un amigo que no se identifica a sí mismo con el adjetivo de viajero y sin embargo ha viajado muchísimo. De hecho es uno de los grandes viajeros, aunque a él no le gusta decirlo, uno de los grandes viajeros españoles. Se llama Jordi Esteba. Tiene unos libros magníficos, unas fotos magníficas y, en fin, Oriente y África son su pasión. Empezamos. Vamos a saludar a Jordi Esteba. Jordi, bienvenido y bien hallado.

Gracias. ¿Que te vas mañana a Grecia? Mañana no voy a Grecia, sí. No es un mal futuro. Quiero decir, sabes que cuentas con mi envidia. Sí, además supongo que de la malísima. De aquella envidia que es que te carcome, no te deja dormir y tal. Jordi, ¿cómo te defines a ti mismo? Quiero decir, tú como viajero no te defines y sin embargo no has parado de viajar. Bueno, sí que he parado porque yo, cuando me he trasladado a lugares que me interesaban para hacer algún trabajo, un estudio, una película, no me he movido de un área mayor que la isla de Menorca.

No eres un coleccionista de visados. No, no, no. Yo cuando hay un tema que me interesa, voy y voy y voy hasta que quiero averiguar el secreto que hay. De hecho, como siempre, la descripción del programa, esto lo saben los oyentes, pondremos todos los títulos de los que hablamos, de los que vamos a hablar y hay algunos de ellos, Jordi, que son tuyos, que son absolutamente espectaculares. Ahora hablaremos de ellos. Total, ¿en cuántos países has estado? Pues mira, no muchos, como 40.

No, no, no, pero es que no te rías porque el otro día estuve en un congreso que hacen en Altafulla de viajeros y escritores y no sé qué, y llevaban unas camisetas con el número de países. Yo estaba alucinado porque había uno que era 193. Digo, ¿qué es esto 193? ¿Es algún tipo de licor? Pensaba que era aquel que había cierto... Dice, no, no son los países que he visitado. Digo, ¡ostras! Y le pregunto, ¿ya te sabes todas las capitales y los ríos que pasan? Sí, sí, más o menos. Digo, bueno, voy a empezar a preguntar. Digo, no, no, no, no, no, que hay gente que colecciona países y me parece muy bien. No, no, aquí cada cual...

No, no, coleccionar países que no armas. Sí, exactamente. No tengo ningún interés en ir a países y más países y más países. Y acumular países. No, no, no. Tú no te consideras viajero, has viajado un montón, desde luego has viajado 28.000 veces más que yo, así que ¿por qué empezaste a viajar? Quiero decir, ¿qué impulsa a alguien a estar en movimiento fuera? Pues seguramente una huida. Es una huida. Yo soy del... Yo me crié en la década de los 50, que era una época, como todos sabemos, gris, franquista, con una educación nacional católica, con una religión espantosa que se metía en la vida de la gente y una educación era todo muy represivo y aquello a mí me ahogaba.

Y entonces yo soñaba con los libros que tenía mi padre de pueblos del mundo, entonces los abría y veía África, veía los beduinos, veía los esquimales, yo que sé. Y después con los mapas, con la bola del mundo, con las películas típicas del sábado por la tarde de aventuras de, yo que sé, el ladrón de Bagdad, Sinbate el Marino, los lanceros de Bengala.

Entonces yo soñaba con todos estos mundos porque veía que fuera de ahí, de aquellas paredes, de aquel país tan gris y tan triste, pues que habían unas nuevas realidades y que el mundo estaba lleno de aventuras para vivir. Los lanceros bengalíes que acababan fatal, por cierto, ¿te acuerdas? Bueno, lo que pasa es que todo este cine colonial inglés, luego yo ya les veía al plumero.

Con los amigos siempre nos poníamos a favor de los indios apaches, de los africanos, de los herbites malayos, de los africanos. Asaltábamos el tren, íbamos a la vía del tren en el pueblo, poníamos la oreja en la vía para ver si se acercaba la Wells Fargo, que pensábamos atacar.