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NOVELAS DE AGATHA CHRISTIE
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FRATERNAL

FRATERNAL 3c1ux

14/5/2025 · 10:03
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NOVELAS DE AGATHA CHRISTIE

Descripción de FRATERNAL 664831

¿Es posible mantener los sentimientos fraternales en la guerra? 3x9

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Fraternal. 1905. Enrique Otero de Costa. Fraternal.

Las cornetas rompieron el aire tocando el paso de carga, con seña de pasitrote, y la columna avanzó compacta. Marchaban los soldados apegados unos a otros, viéndose el grupo de hombres a la manera de una gran cierpe negra, que se iba enroscando por las vueltas rojas del cerro. A la cabeza iba el abanderado, al aire desplegada la bandera, cuyos agujeros, hechos por las balas, resaltaban en los pliegues rojos, simulando blancas estrellitas.

Al salir a una pequeña planicie, la columna de ataque fue descubierta, y el enemigo le rompió nutridísimo fuego de frente. De aquella trinchera que se veía allá, en la cumbre del cerro, de aquella trinchera meta de su empresa, que en la cumbre del cerro se veía negra y sombría, salían desencadenados los proyectiles del Remington, destruyendo piernas, floreando brazos, despedazando cráneos.

De las troneras se veían salir las boquillas de los fusiles, y por encima de aquella masa negra, hecha de troncos de árboles, de costales con tierra, de cadáveres, se descubría una bandera azul flotando entre una densa nube de humo blanquecino. —¡Guarden distancias! rugió la voz del coronel. Los soldados se separaron unos de otros, debilitándole así el blanco al enemigo, y continuaron la penosa marcha hacia la cumbre, fríos, silenciosos.

De uno a otro lado, iban cayendo oficiales y soldados. ¿Quiénes heridos? ¿Los más muertos? Mas los atacantes continuaban avanzando tenaces, impasibles, mirando a intervalos con ojos amenazantes la fantástica trinchera, viéndola cada vez más cerca, y saboreando la venganza y el desquite que tomarían. Veinte metros más de marcha, y el drama se desenlazaría. Ya estaban cerca, muy cerca. Ya distinguían las cabezas de los enemigos, que se asomaban y se escondían instantáneamente.

—¡Calar la bayoneta! clamoreó el clarín de guerra. La operación se hizo con irable disciplina. Luego volvió la corneta a vibrar en el espacio, cantando el toque agudo y penetrante de finas y punzantes notas, el toque de degüello general. Las notas de muerte hirieron los nervios de los soldados, y con empuje desbordante, desbordante empuje de rabia comprimida, cayeron como una avalancha sobre la trinchera. Lo espantoso de aquel choque, lo violento de aquel ataque, lo recio de aquella tormenta, no tiene palabras para describirse.

Fue una fusión instantánea de dos torrentes bramadores. Fue una horrible incrustación de dos grupos de hombres fieras. Una lucha cuerpo a cuerpo de dos legiones de demonios. Y la sinfonía de aquel cuadro. La horrible sinfonía de las notas de muerte. El toque a degüello. El número abrumó a los asaltantes. Los defensores eran dúplices, y además, por el lado izquierdo, se vio avanzar una columna que volaba en refuerzo de los asaltados. El coronel trató de hacer un supremo, rabioso esfuerzo, y murió en la demanda, cayendo con el cuerpo acribillado de heridas.

Esto apresuró el desbande. Los soldados volvieron caras y la emprendieron cuesta abajo. Unos, cobardes, atemorizados por el repentino pánico. Otros, arrojados, temerarios, dando fuego en retirada para mantener a raya al enemigo. El abanderado, el bravo abanderado, había sido sorprendido por la retirada. Había sido sorprendido por la brusca retirada. Gabriel, el bravo abanderado, luchando como un héroe, abriéndose paso como una fiera acorralada, rompió la fila enemiga y se puso en salvo. El asta había sido rota en la refriega, y con la bandera ceñida al pecho,

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