Esperar contra toda esperanza 6k1v52

Buenas noches para todas y para todos. Este año hemos cambiado el modelo de los ciclos de cuaresma por unas actividades a lo largo del mes, a lo largo de esta cuarentena de cuaresma.

Tendremos una conferencia enfocada al tema de cuaresma. El martes pasado tuvimos un rato de oración preparándonos para el miércoles de ceniza y luego tendremos un retiro y unas celebraciones en conjunto con la iglesia, que somos parte de la misma digamos oferta de pastoral de la Compañía de Jesús aquí en Granada. Para hoy tenemos una conferencia marco que como solemos hacer cuando lo son los ciclos temáticos en tiempos fuertes de la liturgia, es como una conferencia inspiradora. Luego no hay debate como solemos hacer en las otras conferencias en que intervención de público, sino simplemente cuando termine Carlos nos deja como ese tono para pasar por el corazón las actitudes, las motivaciones, las intuiciones que nos propone para vivir este tiempo de gracia que hemos iniciado ayer.

Antes de empezar y de presentar a Carlos, simplemente voy a decir una palabra, si quisiera compartiros una noticia que por lo menos a los jesuitas nos tiene triste en el día de hoy, a Carlos en particular, a mí en particular, porque hoy hace unas horas ha muerto en Cataluña, en San Cugat, uno de nuestros grandes teólogos, gran compañero, gran colaborador, ha muerto esta tarde José Ignacio González Paus, perdóname que me emocione, pero tuve mucha relación con él en varios trabajos cuando yo estaba en la provincia de Loyola, en el norte, y cuando yo era director del centro Loyola de Pamplona, hicimos un buen tándem con él para ofrecer formación en Cristología, formación en muchas cosas y realmente se va un hombre, un hombre entrañable, José Ignacio González Paus, hace muy pocas horas ha muerto, y quisiera que esta conferencia también fuese un homenaje a un gran teólogo, a un gran compañero y a un gran amigo. Seguramente el mundo de la teología, el mundo de los empobrecidos, estará sintiendo su ausencia.

Y hoy nos convoca el tema de la esperanza, un tema que así es recurrente en este año, porque hemos sido convocados por el Papa Francisco, a través de esa bula de la esperanza no defrauda, a vivir la vida con esperanza, a vivir la vida desde esa certeza de que Dios no defrauda. La esperanza cristiana, a diferencia del optimismo, se funda en la fidelidad de Dios, ese Dios que nunca nos abandona y que nunca nos deja. Vivir contra toda esperanza también, en tiempos de dificultad, no sé si Carlos seguramente lo va a decir hoy, porque cuando le pedí esta conferencia, nos citó en un ambiente de nosotros los jesuitas, en un retiro espiritual, citó una frase de Molman, que no sé si Carlos la va a hacer, no quiero hacer spoiler, pero decía citando a Molman, que la esperanza es la pasión por lo posible. Yo creo que eso es parte de lo que nos convoca hoy, ser apasionados por lo posible.

Estamos asistiendo a horas muy difíciles de la humanidad, de polarización, de posverdad, de populismos. Lo que vimos el viernes pasado, a muchos nos encogió el corazón, de cómo se maltrataba a un líder que precisamente venía con el corazón encogido por las víctimas, por las muertes de su tierra y cómo lo trataron como si fuera un muñeco de trapo. Pues todo ese tipo de cosas, como que a algunos nos puede caer la tentación de decir, esto no vale la pena, estamos en una espiral del sinsentido. Sin embargo, para quienes creemos, para quienes hoy estamos aquí en esta sala, nos convoca la certeza de que hay esperanza, de que podemos esperar un nuevo amanecer, de que aunque estemos viviendo un largo invierno, seguimos obstinados en esperar y en aguardar la primavera, porque hay primavera y seguramente después de esta larga noche volveremos a escuchar cómo canta el cantar de los cantares, el arrullo