El caso del crimen de Lavandeira o4z6c

Cabanas, a Coruña, un atardecer de verano de 2021.

Una mujer sale a pasear por las tranquilas carreteras de su aldea, con auriculares y su música favorita.

Horas después, su familia la busca desesperada.

Al día siguiente, un vecino hace un hallazgo entre las zarzas que cambiará sus vidas para siempre.

Durante una década, un asesino caminó libre, oculto entre los bosques de Ferrolterra.

Pero la ciencia, la perseverancia, y un rastro genético olvidado lo llevaron al banquillo.

¿Quién acabó con la vida de una madre y esposa? ¿Cómo lograron atraparlo tras años de silencio? Esto es, Crímenes que marcaron España.

Hoy, el caso de Elisa Abruñedo Pérez.

Detrás de los hechos, conozcamos las personas clave de este relato.

Elisa Abruñedo Pérez.

Elisa tenía 46 años y una vida construida sobre la base del esfuerzo, el cariño y la sencillez.

Era jerocultora en una residencia de mayores, donde su vocación por cuidar al prójimo la hacía indispensable.

No sólo atendía cuerpos envejecidos, también escuchaba almas solas.

Su sonrisa era medicina, su presencia, un consuelo.

Para muchos, Elisa era sinónimo de calidez.

En La Bandeira, una pequeña parroquia del municipio de Cabanas, en Galicia, todos la conocían.

Era el corazón de su familia y también el de su comunidad.

Estaba casada y tenía dos hijas.

Elisa tenía una rutina sencilla pero significativa.

Le gustaba caminar.

Lo hacía con paso firme por los caminos rurales, bordeando pinares, saludando a los vecinos, observando cómo el campo cambiaba con las estaciones.

En esos paseos se encontraba equilibrio.

Era su momento, su forma de desconectar del trabajo, del mundo.

Pero un día, ese paseo, como tantos otros, no tuvo regreso.

Manuel Fernández Martínez.

Manuel era un hombre discreto, de esos que sostienen a una familia sin hacer ruido.

Trabajador incansable, devoto a los suyos, su vida giraba en torno a Elisa, su esposa y a sus dos hijas.

Juntos formaban una familia humilde, unida, de raíces profundas en La Bandeira, una pequeña parroquia gallega donde todos se conocen por el nombre.

Manuel compartía con Elisa algo más que el amor y los años.

Compartía también sus paseos, esos recorridos cotidianos por las tranquilas carreteras rurales de la zona.

Pero un día, no pudo acompañarla.

Tenía un compromiso familiar.

Cuando Elisa no volvió a casa, Manuel no esperó.

Salió a buscarla.

Su búsqueda desesperada por Elisa marcó el inicio de una tragedia que lo consumió.

En 2021, un accidente laboral en el Muelle de Ferrol se lo llevó, dejando a sus hijas sin ambos padres.

Manuel murió buscando respuestas, murió sin saber la verdad.

Adriana y Josefina Fernández Abruñedo.

Adriana tenía 20 años, Josefina, apenas 17.

Hasta agosto de 2021, llevaban una vida tranquila en La Bandeira, la parroquia gallega donde nacieron y crecieron, rodeadas de naturaleza, rutina y el amor incondicional de sus padres, Elisa y Manuel.

Eran dos jóvenes como tantas otras, estudios, amigas, pequeños planes para el futuro.

Pero todo cambió en un instante.

La desaparición de Elisa, su madre, rompió ese mundo en mil pedazos.

Fue un golpe seco, sin avisos.

Su madre no volvió de uno de sus paseos habituales, y en ese vacío comenzó una pesadilla que transformó para siempre sus vidas.

La angustia inicial dio paso a la desesperación.

Las hermanas se convirtieron en adultas de golpe.

Y cuando aún buscaban consuelo, la tragedia se duplicó.

En octubre, un accidente laboral arrebató también a su padre, Manuel.

Dos pérdidas en dos meses, dos pilares derrumbados, y dos adolescentes enfrentadas a una soledad abrumadora.

Pero Adriana y Josefina no se rindieron.

Cuando muchos asumieron que el caso de Elisa quedaría sin resolver, ellas alzaron la voz.

Con una mezcla de dolor, rabia y entereza, se plantaron ante la istración, ante la prensa, ante la sociedad.

Exigieron respuestas, y no dejaron pasar.