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Lo harás por mí, de Marjorie Patton
Capítulos 40 y 41 + Epílogo

Capítulos 40 y 41 + Epílogo p445y

9/6/2025 · 17:35
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Lo harás por mí, de Marjorie Patton

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Disfruta el desenlace de "Lo harás por mí", ya que no deja a nadie indiferente. Una historia que emociona y entretiene a partes iguales. 6i3z48

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Capítulo cuarenta, setenta y cincuenta. Mayo de dos mil diecinueve. Comienza el otoño y me recuerda que Jim cumplirá setenta años. Lo he pensado mucho. No sé si debería festejarle sus setenta o dejarlo pasar porque a veces pienso que no se merece ninguna celebración.

Por otro lado, cuando pongo en la balanza mis recuerdos, no todo fue malo y creo que igual habría algunas cosas positivas. Además, tras vivir siete años aquí, él ya tiene un grupo de amigos con quienes le alegraría compartir ese día. Ideando esto, de repente me di cuenta que esta fecha coincidiría con el cincuenta aniversario de nuestro matrimonio. Entonces, podría aprovechar para incluirme. Eso me motivaba más y así me compensaría el trabajo de organizar el evento, que para Jim quise que fuese sorpresa. Para ello contraté los servicios en un hotel.

Invité a mis hijos y a nuestros amigos, pero sin decirle el motivo. Lo cierto es que todo esto fue algo surrealista, ya que estábamos divorciados desde hace mucho y sin embargo, seguíamos unidos como compañeros, balanceándonos en la telaraña. Aún así, me entusiasmaba con sumar ahora la celebración de boda que nunca tuvimos. Mis hijos vinieron solo por un par de días. Los obligué a viajar para justificar esa imagen de familia feliz que siempre he querido proyectar al mundo. No obstante, ese fue el último día que tuvimos los cuatro juntos.

Nuestra fortaleza se fue desmoronando, como aquel castillo de arena en su infancia.

Esa mañana, como cualquier otra, mi marido se levantó y se marchó al golf con sus amigos.

Todos ellos fueron invitados a la fiesta, pero los tenía advertidos que no dijeran nada.

Mis hijos, que ya estaban en la casa, uno con la coartada de un negocio y la otra por el día de la madre y por el cumpleaños del padre, le dijeron que viniera al mediodía para salir a almorzar. Después de haberse ido Jim al golf, yo me acicalé y hacia las doce me fui al hotel para recibir a la concurrencia. Cuando él llegó a la casa, Hazel le dijo que se cambiase de ropa, pues había una celebración en el Hotel 2 Jardino y mami los estaba esperando.

Jim no se imaginó que esa celebración era por sus 70, ni que allí se encontraría con sus amigotes, que no faltó ni uno. Los que antes compartieron con él en el golf ahora estaban de punta en blanco para darle la gran sorpresa. Cuando llegó al estacionamiento, se encontró con un par de ellos, que tuvieron que ofrecerle cualquier excusa del motivo que los llevó justo allí. Entonces entró, y al ver que la celebración era por él, fue tal su emoción que se laguaron los ojos.

Para terminar la velada, y tras los abrazos, brindis y regalos, quise compartir unas imágenes con un montaje audiovisual bien bonito que habían cargado días antes. La proyección mostró cómo aquellos jóvenes, hoy ya viejos, fueron urdiendo en la red que con dificultad nos sostenía en unos pocos y frágiles hilos.

Cuando regresamos, ya de noche, mi hijo se fue a compartir con sus primos, ya que somos vecinos, mientras que mi hija se vino a casa a dormir. Yo me retiré a mi habitación y me puse mi camisón de raso más sexy, esperando que Jim cerrara este hermoso día con algún gesto romántico, propio de una segunda luna de miel.

Pero él entró a la pieza, se cambió de atuendo, tomó de la cocina a su inseparable amigo Johnny Walker y se montó en su carrito de golf para salir de nuevo a continuar la fiesta en casa de su cuñado. No fue hasta el día siguiente que nos topamos de nuevo en la cocina, para prepararnos el café del desayuno. Sin pena ni gloria. Capítulo 41. Lo hice por ti. Y por mí.

Un día de julio de 2016, me desvelo pensando que estoy a un mes de cumplir 70 años. ¡Qué rápido se fue el tiempo! Me levanto y camino al baño, donde enciendo la luz para contemplar en el espejo el tono plateado de mi cabello, recordándome que estoy llegando al ocaso de la vida. Apago la luz y vuelvo a la cama. Quiero seguir soñando. A mi lado, Jim Ronca.

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