
La caja misteriosa #14 Tristán el sepulturero de Blasco Ibáñez d1s6i
Descripción de La caja misteriosa #14 Tristán el sepulturero de Blasco Ibáñez 633n49
"Esta noche es muy diferente a las otras. Es la de Ánimas (...) En noches como esta, cuando el reloj de la iglesia da las nueve, todos los muertos abandonan sus tumbas y se esparraman por el pueblo hasta las doce, hora en que vuelven a tenderse sobre la tierra". Llegamos tarde a la noche de ánimas, pero nunca es tarde para escuchar el terrorífico relato del legendario Blasco Ibáñez "TRISTÁN EL SEPULTURERO". 344o5o
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Tristán el sepulturero de vicente blasco ibáñez la luz agonizante de la tarde apenas si lograba disipar las espesas tinieblas que invadían la taberna del tío corneja maese cabelludo panzudo y decidor que según la opinión pública gozaba de la amistad de todos los perdidos de la villa que acudían a su establecimiento con preferencia a otros de la misma especie a dicha hora el interior de la tal taberna presentaba un aspecto digno de ser descrito arrimados a la pared y perdiéndose en la sombra como disformes cuerpos de gigantes veíanse algunos toneles alineados tras un mugriento mostrador pillo y en el resto de la estancia unidas en caprichosos grupos estaban un sinnúmero de mesas y sillas lesionadas en diferentes partes añadiendo a todo esto un pavimento de baldosas frías húmedas y resbaladizas y un techo abovedado tan bajo que más de una ocasión le rozaban los penachos que adornaban los chambergo de los parroquianos podrá formarse el lector una idea de tal establecimiento a través de las espesas sombras distinguí hanse en el momento en que comenzamos la narración sentados en derredor de una mesita situada en uno de los extremos de la taberna dos hombres de mala catadura tan diferentes en trajes como en aspectos a pesar de la semioscuridad que los envolvía podía adivinarse en uno de ellos aún valentón de aquellos tan comunes en el siglo diecisiete con sus mostachos erizados su espada de colosal cazoleta y el rostro cruzado por honda cicatriz adquirida según afirmación propia en los campos de flandes y según ajena en alguna contienda acaecida en taberna o lupanar en cuanto al otro a pesar de su aspecto repulsivo y canallada tenía cierto aire digno y noble que le hacía simpático a los ojos del observador era joven y su rostro no estaba exento de hermosura antes al contrario sus ojos miraban de una manera dulce y melancólica y su frente era espaciosa y altiva si bien surcada por algunas arrugas que denotaban grandes pesares inmensas amarguras vestía una rodilla y calzas negras aunque con ese colorcillo amarillento que delata el mucho uso y el no menor roce y sus luengos cabellos los cubría un fieltro de forma algo indefinible y recubierto en más de una parte por reluciente capa de grasa el primero de los dos hombres osea el de aspecto rufianes co era un perdonavidas conocido por todos con el nombre de puño y ferro a causa de su terrible fuerza y el segundo era tristán el sepulturero de la villa de bueno el nombre no importa y el cual es el héroe de la presente narración en el momento que comenzamos esta los dos hombres ocupaba hanse en vaciar un descomunal jarro de vino sin que la menor palabra saliese de sus labios puño y ferro de vez en cuando miraba a su compañero como esperando que éste le dirigiera la palabra más viendo que no lograba su deseo se entretenía golpeando con los dedos sobre la mesa el acompañamiento de una marcha guerrera por los cuernos del diablo gritó de pronto el valentón chávez camarada tristán que tienen un vino bastante triste el aludido al escuchar esto levantó su cabeza y después de contemplar algunos instantes al rufián murmuró mis pensamientos me ponen triste que no el vino hablais muy bien este vino es superior y hace el elogio del aprecio que nos profesa el buen tío corneja pero en qué piensas sepamos no pienso en lo que soy lo que fuí eres un sepulturero oficio que es tan honrado como otro cualquiera pues ahí es nada que digamos el que todos los vecinos de esta villa tengan que pasar necesariamente por tus manos y de verte el último favor por lo mismo todos me vieran con repugnancia porque te temen lo mismo que a mí no ves que los dos somos ayudantes de la muerte tú en tierras ello mató y pensar no hace muchos años yo era que eras tú unir al vuelo de escuela bolsa que se pasaba los días componiendo versos a su amada en las noches cantando al pie de sus rejas era un hombre estimado y respetado por todos cuantos me conocían y que podía ostentar el linaje noble y honrado de mis antepasados
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