Argentina sale del cepo cambiario 3c6l51

Por fin, Javier Milei ha eliminado, al menos para las personas físicas, el cepo cambiario en Argentina.

Veámoslo.

Una de las grandes limitaciones a las libertades económicas y también personales que existían en Argentina era el llamado cepo cambiario, es decir, la limitación estatal de cuánta divisa extranjera podían comprar los argentinos.

Las personas físicas tenían prohibido adquirir más de 200 dólares mensuales a cambio de sus pesos.

Y las empresas, si querían importar desde el extranjero o querían repartir beneficios dividendos a sus accionistas extranjeros, algo que tenían que hacer en dólares, debían solicitar autorización previa al Estado para que éste les vendiera los dólares que podían utilizar para pagar las importaciones o, si lo autorizaba, que no lo autorizaban, para distribuir dividendos al extranjero.

La existencia del cepo cambiario no solo volvía a la Argentina un destino de inversión internacional mucho menos atractivo que si no tuviera ese cepo cambiario, porque las empresas extranjeras que entraran a invertir en Argentina sabían que no podían remunerar, con los retornos obtenidos dentro del país, a sus accionistas extranjeros, porque el Estado no autorizaría la conversión de los pesos ganados internamente en dólares que pudiesen distribuir a modo de dividendos, como digo, a sus accionistas extranjeros.

Por tanto, entrar a invertir a la Argentina suponía congelar el capital y la rentabilidad de ese capital dentro del país.

Y, a su vez, la existencia del cepo, el que los argentinos no pudiesen comprar tantos dólares como quisieran comprar, bloqueaba el proceso de descubrimiento del tipo de cambio de equilibrio en el mercado entre el peso y el dólar.

La oferta de dólares contra pesos no podía encontrarse libremente con la demanda de dólares contra pesos, porque esa demanda de dólares contra pesos estaba limitada por ley, por el cepo cambiario dentro de Argentina.

Con lo cual, claro, si tú frenas la demanda de dólares contra pesos, no permites que se forme un precio libre, un tipo de cambio libre entre ambos y, por tanto, el resto de agentes económicos carecen de la información diaria actualizada sobre cuánto vale realmente el peso frente al dólar.

Y eso, claro, tiene repercusiones muy serias sobre el cálculo económico.

Si un ciudadano argentino que fije sus precios en pesos en función de cuánto vale el dólar, si no puede saber cuál es el precio real entre el peso y el dólar, estará siempre expuesto al riesgo de estar cometiendo errores en su cálculo económico.

Si estima que el dólar vale mucho menos de lo que realmente vale, estará vendiendo demasiado barato.

Y si estima que el dólar vale mucho más de lo que realmente vale, estará vendiendo demasiado caro.

Y si el cepo cambiario era tan distorsionador y tan coercitivo, ¿por qué Javier Milei, un autodeclarado libertario, un autodeclarado anarquista filosófico, no se había dignado a levantar hasta ahora el cepo cambiario? Pues porque la posición financiera del Banco Central de la República Argentina era tremendamente frágil y eso suponía que un levantamiento del cepo en esas condiciones de fragilidad financiera hubiesen podido provocar con facilidad una crisis cambiaria.

Es decir, los especuladores, fácilmente, podrían haber apostado por la depreciación del peso, podrían haber empezado a tomar posiciones cortas en pesos depreciándolo y, como el Banco Central no contaba con activos suficientes como para contrarrestar ese ataque especulativo, el mismo se habría consolidado y autoalimentado.

Y una corrida contra el peso sin que el Banco Central pudiese estabilizarla habría supuesto un estallido inflacionista dentro del país, algo que, desde luego, Javier Milei quería evitar y que no habría beneficiado en absoluto a los argentinos.

¿Y qué ha cambiado ahora para que Javier Milei ya, a partir del próximo lunes, levante el cepo cambiario? Pues lo que ha cambiado es que ya se ha cerrado el acuerdo de financiación del FMI al Gobierno argentino para recapitalizar al Banco Central de la República Argentina.

No sólo eso, al parecer también están bastante avanzadas las negociaciones para que otros organismos internacionales y otros bancos privados globales proporcionen nuevas líneas de financiación al Gobierno argentino con el objetivo de recapitalizar.