8. Y los sueños, sueños son 5143c

Bienvenidos a Un beso en la taza.
Mientras me preparo un café con leche, me tomo un instante para respirar y pensar.
Y esas reflexiones que surgen entre sorbos.
¿Me acompañas?
Hoy el protagonista no soy yo, ni siquiera tú.
Es algo más etéreo, más universal, pero a la vez profundamente personal.
El sueño, el que nos visita cada noche, tiene algo que decirnos.
Así que guarda silencio, escucha y deja que te hable.
Soy yo, el visitante inevitable, el compañero de tus noches.
No importa cuántas veces me ignores o cuántas veces intentes evitarme.
Siempre estaré aquí, aguardando el momento en que cierres los ojos.
Me buscan los cansados, me desean los inquietos y, sin embargo, pocos me entienden realmente.
A veces llego suave, como una brisa, y otras como un vendaval.
Te envuelvo en paisajes que no existen, pero que los sientes muy reales.
¿Recuerdas aquella vez que volaste?
¿O cuando abrazaste a alguien que creías perdido para siempre?
Ese soy yo, tejiendo colores y recuerdos con hilos de anhelo.
Pero, ¿sabes? También soy el autor de tus pesadillas.
Esos escenarios oscuros donde tus miedos cobran vida.
Sé que te asustan mis noches más sombrías, y no te culpo.
Te arrastro a mundos donde las sombras parecen inabarcables,
donde tus secretos más profundos y tus temores más arraigados se alzan ante ti.
Pero no lo hago por crueldad, yo no castigo, no juzgo.
Solo te muestro lo que escondes, lo que no te atreves a mirar durante el día.
Quizás en esas noches me temes, quizás despiertas con el corazón latiendo fuerte
y te preguntas, ¿por qué me hizo esto?
Pero no soy más que un espejo, el único que se atreve a devolverte lo que guardas en tu interior.
Y, sin embargo, no todo es oscuridad.
También te regalo la dulzura de los sueños hermosos.
Esos en los que el mundo parece perfecto, donde el tiempo se detiene y las risas suenan como campanas.
Te doy aquello que añoras, lo que amas, lo que deseas más profundamente.
Porque también soy eso, una caricia, un refugio, un espacio donde todo está bien,
aunque solo sea por unas horas o unos minutos.
¿Te has preguntado alguna vez por qué existo?
¿Por qué la mente crea estas historias mientras descansas?
La verdad es que ni siquiera yo puedo responderlo.
Soy tan antiguo como la humanidad misma, tan misterioso como la luna que ilumina tus noches.
Algunos dicen que soy un puente, un nexo entre tu mente consciente y tu alma.
Otros creen que soy solo un eco de tus días.
Yo prefiero pensar que soy ambas cosas, un viajero entre tus mundos.
Pero debo confesarte algo.
Mi lenguaje no es claro.
Hablo en símbolos, en metáforas.
Construyo imágenes que a veces no tienen sentido, pero que siempre tienen un propósito.
Tú eres mi intérprete, aunque a menudo me olvides al despertar.
No te culpo por eso, estoy acostumbrado a que me dejen atrás, a que mis mensajes se disuelvan como el humo.
Sin embargo, nunca desaparezco del todo.
Me quedo en ese momento con tu voz.