1921. Dios está en el susurro de una brisa suave 532657

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío creo firmemente que estás aquí que me ves que me oyes te adoro con profunda reverencia te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.

Madre mía inmaculada San José mi Padre y Señor ángel de mi guarda intercede por mí. Hoy en la misa tenemos en la primera lectura tomada del primer libro de los reyes la continuación de aquella historia del profeta Elías con el rey Ahab y los 450 profetas que acababa tan violentamente degollando el profeta Elías a los 450 profetas de Baal.

¿Qué fue lo que ocurrió después? Pues que la mujer de Ahab al enterarse de Jezabel que era la principal creyente de Baal pues se enfadó bastante y mandó un mensaje al profeta que le decía que los dioses me castiguen si mañana a esta hora no he hecho contigo lo que tú has hecho con la vida de cada uno de estos. Entonces no le queda más remedio al pobre Elías que se pasó la vida huyendo que huir al monte Oreb y meterse en una cueva para evitar ser aniquilado por la reina Jezabel. Cuando está en la cueva en el monte Oreb y ya es la primera lectura de hoy el Yahvé le pregunta ¿qué haces aquí Elías? Y él respondió ardo en celo por el Señor Dios del universo porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza derribado tus altares y pasado a espada a tus profetas que quedo yo solo y buscan mi vida para arrebatármela.

Entonces Yahvé le dice sal de la cueva y permanece de pie en el monte ante el Señor entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del huracán un terremoto pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto fuego pero en el fuego tampoco estaba el Señor. Después del fuego el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías cubrió su rostro con el manto salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva porque ahí en ese susurro de una brisa suave sí que estaba Yahvé. Le llegó una voz que le dijo ¿qué haces aquí Elías? Y empieza de nuevo un diálogo.

Es muy impresionante Señor que tú estás en lo pequeño te haces un niño un bebé cuando viniste a este mundo y Dios con toda su grandeza siempre se muestra de esa manera suave como un susurro de una brisa suave. No se muestra o se puede mostrar como de muchas maneras no pero nosotros no podemos decirte Señor como te tienes que mostrar evidentemente pero lo que quiero decir es que normalmente no está el Señor no está Dios en el huracán que desgaja las peñas en el terremoto que abre zanjas en el suelo y grietas en el fuego que cae el cielo y lo devora todo y a nosotros Señor nos gusta el espectáculo nos gustaría que hicieras algo así en nuestra alma como un huracán un viento impetuoso del Espíritu Santo que me arrastrara y las cosas no me costaran o un terremoto pues que todas esas cosas que han ido creciendo en mi vida los pecados las miserias los malos hábitos por un terremoto se vinieran abajo y se hundieran en el abismo y yo saliera renovado o me gustaría pues que viniera sobre mí pues un fuego como un amor insoportable en mi corazón y que yo haya para siempre cayera rendido a tus pies enamorado para siempre del Señor si nos gusta esto pero Dios no es así y por eso a nuestra respuesta es de Señor porque no te manifiestas más claramente pues él se manifiesta diciéndonos estoy en muchas cosas pequeñas que tú no te das ni cuenta porque para apreciar a Dios para oír a Dios para sentir a Dios lo que hay que hacer es convertir el corazón convertir el corazón. ¿Te acuerdas de aquella parábola que nuestro Señor puso de Lázaro el pobre Lázaro que los perros lanían sus