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Meditación en la fiesta de los Santos Felipe y Santiago, apóstoles. Siguiendo unas palabras del Papa Benedicto XVI en dos catequesis sobre ellos, meditamos sobre sus figuras y enseñanzas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 5a184r
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Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. Hoy celebramos la fiesta de dos apóstoles Felipe y Santiago, los santos Felipe y Santiago apóstoles.
Y como todas las fiestas de los apóstoles en la iglesia se celebran pues por todo lo alto, porque ellos fueron testigos de la resurrección del Señor, fueron elegidos por nuestro Señor como columnas de la iglesia y nosotros Señor pues besamos donde tú pusiste las manos. Y si tú confiaste en ellos, cuánto más vamos a confiar nosotros en estos santos que son como las columnas, los pilares sobre los que se edifica la iglesia. Y por eso ya desde ahora le pedimos a los apóstoles Felipe y Santiago por la iglesia, por la iglesia de Jesucristo, por su iglesia.
Vamos a empezar por el segundo, Santiago. Este Santiago no es el Santiago el mayor, el hijo de Cebedeo, el hermano de Juan, sino el Santiago el menor.
Forma parte de la lista de los doce apóstoles personalmente elegidos personalmente por ti Señor y siempre se le califica como hijo de Alfeo. Su madre podría ser María de Cleofaz que estuvo presente según San Juan al pie de la cruz, aunque no se está completamente seguro de esto.
Lo que sí sabemos es que Santiago el menor era originario de Nazaret y probablemente pariente de Jesús. Por eso como es habitual en el estilo semítico se le llama algunas veces hermano de Jesús.
El libro de los hechos de los apóstoles subraya el papel destacado que desempeñaba Santiago el menor en la iglesia de Jerusalén. En el concilio apostólico celebrado en esa ciudad después de la muerte de Santiago el mayor fue precisamente él, Santiago el menor, el que afirmó juntamente con los demás que los paganos podían ser aceptados en la iglesia sin tener que someterse a la circuncisión y otros ritos legales de los judíos.
San Pablo, que le atribuye una aparición específica del resucitado, como recoge precisamente la primera lectura de hoy, dice así San Pablo a los corintios, yo os transmití en primer lugar lo que también yo recibí, que Cristo murió por nuestros pecados según las escrituras y que fue sepultado y que resucitó al tercer día según las escrituras. Siempre San Pablo insistiendo en cómo Jesucristo cumplió todo lo dicho en las escrituras.
Entonces dice y que se apareció a Cefas, es decir a Pedro, y más tarde a los doce. Después se apareció a más de 500 hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía. Después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles, por último como un aborto se me apareció también a mí. O sea que Santiago mereció, fijaros qué suerte, una aparición específica del resucitado.
Por eso Santiago fue tomado como punto de referencia por los judeocristianos y era un apóstol muy importante entre los apóstoles, uno de los apóstoles más importantes. A él se le atribuye la carta que lleva el nombre de Santiago, la carta del nuevo testamento. En dicha carta no se le presenta como hermano del Señor sino como un siervo de Dios y del Señor Jesucristo con gran humildad. Porque a veces nosotros cuando tenemos un pariente importante decimos pues yo soy el hermano del presidente o el presidente es mi hermano. Pues no, Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo.
El libro de los hechos de los apóstoles habla bastante de él. Por ejemplo se le atribuye junto con Pedro, y en esto seguimos como en toda esta meditación seguimos mucho al Papa Benedicto XVI, pues
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