
1877. Liberar a mis encadenados (EDITADA) 1a2v4p
Descripción de 1877. Liberar a mis encadenados (EDITADA) 1qq5x
Meditación sobre el Evangelio y la Primera Lectura del miércoles de la II semana de Pascua. Jesús no vino a juzgar sino a salvar. También nosotros hemos de evitar los juicios interiores de los demás. Purificar la mente y eliminar los prejuicios. Liberar a quienes he encadenado mentalmente en esa cárcel del prejuicio. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 1h3j2x
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí con cada uno de nosotros, donde estemos, en nuestras casas. Que me veas, que me oyes y por eso nosotros en estos ratos de oración, incluso cuando escuchamos, procuramos Señor, decirte cosas interiormente, cosas del tipo, anda Señor pues esto me pasa a mí, pues es verdad Señor yo debería mejorar en esto.
Señor voy a pedir por esto que está diciendo. Hablar, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia, ya el mero hecho de ponernos a hacer oración, es adorar a Dios, es ofrecerle este tiempo, abrir nuestro corazón. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Un fruto que la oración siempre tiene, siempre, siempre, aunque nos durmamos completamente, aunque estemos más distraídos, que siempre tiene fruto la oración. Jamás, decía el Papa Benedicto XVI, el tiempo dedicado a la oración jamás es un tiempo perdido.
Para hacer con fruto este rato de oración, Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.
Pues el evangelio de la misa de hoy es la continuación de ese diálogo nocturno con Nicodemo a la luz de una vela que recoge San Juan y que hemos visto en la meditación de ayer, por ejemplo. Quizás San Juan asistió como espectador irado de ese diálogo entre susurros de dos maestros de Israel, Nicodemo, fariseo y miembro del Sanedrín, representante del poder de los judíos por un lado y por otro lado el rabí Jesús de Nazaret, de una aldea pobre, un carpintero, pero a la vez un profeta poderoso en obras y palabras.
Y todo el evangelio de San Juan es como mucho más profundo, es como está en forma de teología, es un poco más difícil de entender, pero vamos a ir desgranándolo estos días. Empieza el evangelio de hoy diciendo tanto amo Dios al mundo, son palabras de Jesús a Nicodemo, tanto amo Dios al mundo, este Dios es Dios Padre, que entregó a su unigénito, es decir, Dios Hijo, Jesucristo, para que todo el que cree en él, en Jesucristo, no perezca sino que tenga vida eterna. Es decir, Jesucristo es el rostro del Padre, nos muestra cómo es Dios, su misericordia y su cuidado por nosotros.
Tanto amo Dios al mundo, tanto nos ama Dios Padre, que ha entregado a su Hijo por nosotros. Y Jesús es también el enviado del Padre, que viene a cumplir una misión.
Hay un padre de la iglesia que dice que Jesucristo, o sea, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, son dentro de la trinidad como los brazos, las manos del Padre para hacer cosas. Pues Jesucristo viene a este mundo, se encarna, enarbola una bandera y dice seguidme, y empieza un camino entre nosotros. No sé si sabes que la infantería judía, los oficiales, no tienen una voz que diga adelante, sino que la voz es seguidme, porque ellos siempre van por delante, por eso cuando había guerras entre judíos y árabes, pues siempre el mayor número de muertos era entre los oficiales, porque siempre van por delante.
Bueno, pues el Señor hace esto, seguidme, y ese camino que Jesús abre, que nos conduce a la salvación, al perdón de nuestros pecados, es el camino que nosotros tenemos que pisar, como ese juego que a veces hacen los niños, que uno va pisando y el otro va detrás y van recorriendo distintos cientos, saltos, y el otro tiene que hacer lo mismo.
Tú Señor, nos pides que fijemos en ti la vista, nuestros ojos, y que sigamos tus pasos, por un camino que tú ya vas abriendo, desbrozando, vas haciendo saltar por los aires los obstáculos que hay, lo has hecho con tu pasión, muerte y resurrección, incluso el obstáculo de la muerte lo has destrozado para que nuestro camino al cielo sea franco. ¿Cuál es ese camino? Pues es el camino que siguió nuestro Señor, es el camino de la salvación.
Comentarios de 1877. Liberar a mis encadenados (EDITADA) 3t2v66