05-"Las crónicas de Esther" de Vicente García. Capítulo 5. Audiolibro. Distopía. Ciencia Ficción. 3i248

Un paraje idílico, una escritora en busca de inspiración.

Pero bajo las aguas del pantano se oculta un auténtico misterio.

¿Alguna vez te has preguntado cuál es la verdadera naturaleza del mal? El mal...

El mal...

El mal...

Vendrá entre las nubes y todo ojo lo verá.

Cuando los siglos se reduzcan a cenizas de Elena Rubio.

Ya en librerías y venta online.

Capítulo 5 Las clases acabaron a las doce del mediodía y tras la comida habitual en el Refectorio General del Instituto, Esther y Jack se acercaron con discreción hasta Alexa para coger juntos el deslizante y dirigirse hacia la zona exterior del domo.

No fue muy complicado ya que la excitación por la llegada de aquel ciclo festivo era generalizada.

En especial ante la expectativa de muchos de pasar aquellos cuatro días junto a sus progenitores.

Llevaban consigo unas mochilas con todo aquello que podían necesitar.

Desde sacos para dormir, comida e incluso un dispositivo eléctrico de defensa por si algo o alguien les atacaba.

Salir de la zona central de la ciudad fue lo más complicado debido al ajetreo ocasionado por una festividad.

Algo que ni siquiera Iris había conseguido evitar a pesar de haber intentado todo tipo de soluciones.

Pero una vez en las afueras no hubo ningún problema más allá del miedo a toparse con algún cuerpo de seguridad que pudiera interesarse por sus planes.

A pesar de la confianza que transmitía Esther, mentir no era de sus mejores cualidades y le costaba especialmente hacerlo en presencia de adultos.

Tardaron alrededor de dos horas en alcanzar la estación abandonada y descender hacia la zona de los túneles que como de costumbre se encontraban desiertos.

Es espeluznante, comentó Jack una vez alcanzaron las vías.

Da la sensación de que en cualquier momento pudiera surgir un tren y arrollarte.

Metro, le corrigió Esther.

¿Perdona? Preguntó Jack.

Creo recordar que los llamaban metros cuando se trataba de estaciones de este tipo.

¿Hacia qué dirección vamos? Preguntó Alexa mirando en ambos sentidos de las vías.

Hacia el norte, dijo Jack. Me parecía tener las ideas más claras.

Me gustaría acercarme al máximo a la zona limítrofe del túnel con la cúpula.

En silencio, los tres comenzaron a caminar por las vías.

El lugar estaba completamente abandonado y era evidente que nadie había pasado por allí desde hacía mucho tiempo.

La poca luz que llegaba hasta la estación a través de las grietas desapareció por completo en cuanto caminaron unos pasos hacia el interior del túnel por lo que tuvieron que encender los iluminadores incorporados en sus pequeños aparatos de comunicación.

Está todo lleno de polvo, dijo Esther observando las mugrientas paredes pintadas con extraños símbolos.

¿Quién se dedicaría a hacer estos dibujos tan curiosos? Añadió mientras los señalaba.

Al cabo de un rato, comprobaron como el túnel desaparecía al alcanzar otra estación llena de tiendas muy parecida a la anterior de la que venían.

Esther miró a Jack dubitativa, pero su novio parecía dispuesto a continuar caminando.