Visitantes del Umbral: Sombras que te miran desde la oscuridad 1y4g4e

Hay noches que no terminan de empezar, y madrugadas que no son del todo nuestras, momentos en los que el mundo visible se repliega, y en su lugar aparece algo más, algo que no pertenece a este lado de la realidad.

Permíteme cavernario hacerte una pregunta, ¿nunca has sentido que te miraba mientras dormías? ¿Nunca has abierto los ojos y durante un instante eterno supiste que algo estaba ahí? Algo no visible, pero real, no humano, pero consciente.

Hay quienes lo cuentan como una sombra, otros como un hombre de abrigo y sombrero, algunos hablan de una figura que se sienta sobre su pecho, que les impide moverse, que les quita el aliento.

No es sueño, no es delirio, es una vivencia inexplicable, íntima, atemporal.

Lo más aterrador no es verlo, lo más aterrador es sentirlo, y no poder demostrarlo.

La ciencia, por ende, lo llama la parálisis del sueño, pero la ciencia no ha sentido el frío, no ha oído los pasos, no ha visto como la oscuridad quiere forma, y esa forma respira.

¿Qué hay más allá de los sentidos, qué o quiénes cruzan el umbral cuando nuestro cuerpo se rinde al descanso? ¿Somos testigos de otro plano, o somos receptores de algo que siempre estuvo ahí? Vamos a recorrer ese umbral, ese terreno de nadie donde habitan los ecos, las presencias y los susurros, donde el tiempo se distorsiona y el miedo se convierte en espejo.

Soy Melin Fernández, y desde Castilla-La Mancha, para todo el mundo, os invito a cruzar conmigo esa frontera invisible que separa lo tangible de lo insondable, a escuchar lo que no se puede explicar, a mirar hacia lo que normalmente ignoramos, a compartir las experiencias con todos los que, alguna vez, despertaron y descubrieron que no estaban solos.

Comienza CAVERNA DE ÁNIMAS El umbral no es un lugar, es un instante, ese segundo antes de dormirte, cuando tu cuerpo ya se ha rendido, pero tu conciencia aún flota por ahí.

Es el vacío entre latidos, es la sombra entre dos pensamientos.

El umbral es frontera, y como toda frontera antigua, está custodiada.

Hay personas que despiertan de pronto en mitad de la noche, no hay ruido, no hay causa, solo la certeza de que algo cambió, el aire es diferente, el silencio más denso, la sensación inequívoca de que no están solos.

No es una pesadilla, no es una parálisis del sueño, o al menos, no del todo, porque incluso aquellos que se han movido, que han encendido la luz, siguen viendo esa silueta, esa sombra, ese algo, y es ahí, en esa frontera invisible, donde empiezan los encuentros.

Ahora, escuchemos un testimonio real de uno de nuestros oyentes, un encuentro directo con este tipo de presencias.