
Descripción de Un oasis de esperanza en El Aaiún 5q1e4d
Un viaje a la misión de la Compañía de Jesús en el Sáhara. Allí, en el lado africano de la Frontera Sur española, la labor de los jesuitas está ligada a la vida y a la salud de las personas migrantes en tránsito. 6in4q
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Luz en las fronteras, un podcast de Jesuitas España.
Por el Ayun, en el Sáhara, pasa el río Saguialjamra.
Es un río intermitente en el que a menudo solo se ve el cauce, seco, pero en algunos puntos emerge el agua.
Y allí, en mitad del desierto, se descubre un vergel, con aves y alguna vegetación más propias de un humedal que del desierto.
Es agua, vida en plenitud, en medio del desierto.
El Ayun es lugar de tránsito para personas migrantes de origen subsahariano.
Y lo es más desde que la Ruta Atlántica, la que tiene Canarias como primer destino en Europa, se intensificara hace unos años.
A veces, este lugar de tránsito está parada en el camino de los migrantes, se cronifica, dejándolos atrapados en el Sáhara, rodeados de la presión de las autoridades locales.
El incremento de flujo en la Ruta Canaria vino después del cierre de la ruta a través de Melilla, que pasaba por Nador.
En esa ciudad marroquí estaba la comunidad de jesuitas que ahora, y desde comienzo de este curso, está instalada en el Ayun.
Un nuevo lugar para una nueva realidad.
En Nador se atendía a una población que permanecía en los montes, a la intemperie, en cabañas de fortuna, usando ramas o troncos muy finos de pinos jóvenes.
Hacían un tramado sobre el cual ponían mantas y sobre esas mantas ponían plásticos de invernadero.
Y luego tapizaban el suelo con estelas, con mantas, y entonces ahí vivían con bastante hostigamiento policial desde 2018.
Y rara vez se adentraban en la ciudad por miedo a la infección.
Aquí trabajamos con personas que viven en la ciudad, aunque también somos conscientes de que hay jóvenes que moran en el desierto, que rara vez entran en la ciudad solamente si tienen un problema de salud muy grave.
Lo cuenta Pep Boades, vice superior de la comunidad y también director de Cáritas en el Ayun.
Estamos precisamente en el local de Cáritas, el núcleo de la ayuda que la compañía, junto a los oblatos, las religiosas de la Divina Infantita y los laicos voluntarios, ofrece a los migrantes en tránsito.
Nada más entrar...
...nos recibe una de esas religiosas, Nati.
Yo estoy aquí en la acogida, atender a las mujeres, a las personas que llegan, para preguntarles qué necesitan, que a veces necesitan médico o pañales, que se les distribuye cada mes o cada 15 días, depende de la edad del bebé, y se les distribuye un paquete de pañales, un kit de higiene, también a las mujeres, dependiendo de cómo se les ve, también se les da un kit de higiene.
Ese es como el trabajo con ellos.
También ver si necesitan de médico, si hay aquí, coordinarme con ellos para, si ellos ven necesario que se tienen que llevar al hospital, sacarles la cita médica.
La oficina abre a primera hora de la mañana con la reunión del equipo.
Planificando, organizando desde las visitas médicas...
...hasta una nueva mesa...
...para la mesa de los niños un poquito más alto.
Se encarga de ella sco, religioso oblato italiano que lleva las labores de logística.
Es una mesa para la guardería, porque sí, Cáritas da servicio también con una pequeña escuela infantil.
Es lo que llamamos espacio infancia, que es un lugar donde niños que no están todavía escolarizados en el sistema público marroquí, por distintas circunstancias, tienen un lugar donde pasan la mañana, que es más educativa, con tareas, aprendizaje de lectoescritura en francés, aunque también hay una voluntaria saharaui que les da rudimentos de árabe.
A media mañana paran, meriendan, y después tienen un tiempo más lúdico.
Hay, bueno, un espacio de infancia.
Está a cargo de una religiosa, esclavadilla inoculada niña, infantita, barilda.
Aunque buena parte de la atención a las personas migrantes es médica, estos días atiende Julián, un joven que acaba de terminar el MIR, y Paloma, una médico de familia jubilada a la que Boa desconoció a través del teléfono.
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