Testigos del Crepúsculo. Ritual nro 512 (28/05/2025) Orígenes del satanismo 2/Ana Curra/Scheitan/Laibach 3p739

Bienvenido a mi morada, libremente por su propia voluntad, y de reparte de la felicidad que trae.

Creación consciente del extraño poder que la antigua magia y las artes sombrías despliegan sobre el espíritu.

Orden escondido en el inframundo que pervierte las reglas que rigen la realidad y que solo algunos pueden desentrañar.

Potencia creadora de la palabra que rasga a través de la poesía el misterioso velo que la enmascara.

Ciencia oculta que revela las reglas desconocidas del universo.

Música luz bélica en la que se desploman todos los sistemas de percepción de lo uniforme.

Deseo inalcanzable de sentido que fluye entre los astros, los cometas y las noches con el tono insurrecto de su canto.

Testigos del crepúsculo.

Ya no es ningún secreto que el judeocristianismo tomó muchos conceptos de la primera religión monoteísta, que fue la que creó en la antigua Persia el profeta Zaratustra, como hemos hablado en otros programas.

Por ejemplo, el concepto de bien y de mal, o sea, de paraíso y de infierno, entre otros muchos conceptos.

Y como al crepúsculo siempre le interesó más el infierno, nos pasamos la vida hablando de criaturas infernales, del mismísimo Satán, de Lucifer.

El Antiguo Testamento y la Biblia Hebrea están atestadas de demonios, y nosotros empezamos a dar cuenta de ellos desde sus orígenes en algún ritual del año pasado.

Por ejemplo, en el Apocalipsis de Abram, Azazel es el jefe de las potencias del mal, y además es un pájaro impuro que desciende a la Tierra en el momento en que Abram, por orden de llave de Dios, se disponía a sacrificar a su propio hijo, Isaac, en uno de los episodios más espeluznantes y más viciados de fanatismo religioso posiblemente de la historia de todas las religiones.

Es sacrificar a tu propio hijo porque te lo dice Dios.

Y el crepúsculo también está atestado de demonios, está atestado de pájaros impuros, que descienden a la Tierra en forma de música oscura, como por ejemplo el segundo álbum de la banda sueca Callows Ip, un verdadero conjuro conformado por nueve temas de un gothi rock cautivador, muy potente, que combina guitarras etéreas con atmósferas bien siniestras, tiene por ahí un bajo bien profundo al mismo nivel que las guitarras, una caja de ritmo bien repetitiva, que es muy hipnótica, y bueno, tampoco puedo dejar de mencionar la inclusión de un piano que aparece en varios pasajes del disco.

Después tenemos la voz de Andreas Lundberg, que es toda potencia, que también es toda elegancia, y las letras están emparentadas con lo que nos produce dolor, con lo que nos produce miedo.

Ya el álbum debut de esta banda Thirteen Thorns nos había cautivado el año pasado, ahora con For The Black Bears nos terminan enamorando, el tema con el cual les voy a dar la bienvenida es Run With The Wolves, este es el ritual número 512.