
Ser Occidente Nuestras Bibliotecas Avilés Clubes Lectura 03/6/2025 3vno
Descripción de Ser Occidente Nuestras Bibliotecas Avilés Clubes Lectura 03/6/2025 h6p1s
Los Clubes de Lectura de la Red de Bibliotecas de Asturias mantuvieron un encuentro con el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. 364446
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Como yo sé que la mayor parte de la gente, el libro mío que ha leído es El Olvido que Seremos, este fue el poema que yo escribí en 1999, me acuerdo muy bien, en un hotel en Caracas, y que El Olvido que Seremos vino a publicarse siete años después, pero de algún modo es el resumen de lo que está en ese libro, y me parece bien para empezar leerles ese poema que yo escribí, el poema se llama Memento, y dice así, Mi padre era doctor y olía a limpio, me gustaba el recuerdo de su olor sobre la almohada cuando se iba de viaje, y miraba hechizado cuando estaba en la casa su brocha de afeitar, con sus cuchillas, por tocarlas, por medirles el filo que raspaba sus mejillas, me corté muchas veces las yemas de los dedos, esa sangre tan roja entre mis manos, por la mañana amaba las huellas de sus pies en las baldosas, y los rollitos de los calcetines dejados en el suelo, y sus muchas corbatas en el closet, tras el frasco de agua de colonia rolle galé que alguna vez regué, nunca consideré si era feo o buen mozo, por mucho que los otros mencionaran su nariz de rabino y su cabeza calva, no lo consideré, pero cuando mis ojos veían su semblante, para mí era la calma, yo tocaba tambor en su barriga, y desde sus rodillas, en las lentas mañanas del domingo rodaba, piernas abajo por las espinillas, mi hermana un día lo hizo desmayar con un abrazo, y el siempre a todos nos dejó aturdidos, con la ventosa enorme de sus besos, y con el viento de sus carcajadas, mi padre recitaba poemas de memoria, y me leía en voz alta el Martín Fierro, bajo un árbol lumbroso de río negro, todos los sábados se ponía un sombrero, y en su rosal se hacía jardinero, nací en el siglo XIII y campesino, no tengo otro abuelengo, como era liberal, se decía cristiano y comunista, porque amaba a los pobres, porque sufría con el sufrimiento, mi padre vacunaba por las selvas, daba horas y horas y más horas de clase, en la universidad y también en las cárceles, participaba en marchas de protesta empuñando con furia sus pañuelos blancos, y publicaba artículos en los periódicos diciendo el nombre de los torturadores, capital, capitán tal, sargento hijo de tal, denunciando secuestros, asesinatos y desapariciones, yo lo quería tanto que de niño había decidido morir si él se moría, no lo cumplí de grande hace unos años, cuando no se murió sino que lo mataron, aunque era manso, tal vez porque era manso lo mataron, también era valiente y no envalentonado, era manso y valiente, porque estaba en peligro y no sentía miedo, y su única arma eran las teclas de una oliveti azul o el azul de la tinta de un bolígrafo, eso ha tenido un nombre, resistencia, nunca entendimos que lo hubieran matado, ni que el traje con sangre que me entregaron en el anfiteatro pudiera ser su sangre, nunca sangre tan roja entre mis dedos, había en sus bolsillos un poema de Borges, aquí hoy, una lista de muerte con su nombre y una bala incrustada en el forro del cuello, la bala fue una de las seis que lo mataron y no la conservamos, los nombres de la lista fueron siendo borrados en los meses siguientes por los asesinos, el poema decía, ya somos el olvido que seremos, y es verdad, a veces lo olvidamos, yo voy a recordarlo el día que me muera.
Uno piensa que el mundo va siempre mal, que todo va mal, y tal vez por el hecho de yo haber crecido entre médicos, entre vacunas, entre medicina preventiva, mi padre me inculcó la sensación de niño, la ilusión de niño, de que el mundo iba a mejorar, de que las cosas iban a mejorar, como mejora la medicina, porque sin duda es mejor un mundo donde hay anestesia, donde te pueden poner.
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