Adam Smith se equivocaba.

¿De qué estás hablando? Si la atacamos todos, nos obstaculizamos y ninguno de nosotros se la lleva, así que vamos a por las amigas.

Y nos ignoran, porque a nadie le gusta ser el segundo plato.

Pero, ¿y si nadie va a por la rubia? No nos obstaculizamos y no ofendemos a las otras chicas.

Victoria asegurada. Y todos echaríamos un casquete.

Hola, ¿qué tal? Aquí estamos otra vez en Gordos y Calvos, un episodio más. Y aquí está, me acompaña coordinador cuadriculado, futuro abogado y también cabreado. ¿Qué pasa, Antonio? ¿Cómo estás? Buenas tardes.

¿Qué pasa, Gordo? ¿Tú crees que habrás tenido algo que ver en eso último o no? Como siempre.

Es que vosotros no sabéis lo que él lidia con el Gordo, pero...

Llegaba unos minutillos tarde.

Es la persona más impuntual que te puede echar a la cara.

Este es mi amigo aquí, Carlos Martín.

Ingeniero en sus ratos libres y persona, bueno, interesantilla de conocer.

¿O no? Dale la música.

Venga.

Lo sabes muy bien, estoy gordo, no sé qué pudo ser.

Ahora ya solo visto de negro y holgado, estoy acabado, lo sé.

Estoy gordo y no lo puedo entender.

Estoy gordo y no lo puedo entender.

Estoy calvo, lo sabes muy bien, estoy calvo y me pregunto qué fue.

Me lo dejaré largo de atrás y los lados, estoy acabado, lo sé.

Estoy calvo, lo veo venir, estoy calvo y lo tendré que asumir.

Hace ya más de un año, aunque tú no lo veas, yo sé que clarea, lo sé.

Estoy calvo y no lo puedo entender.

Estoy calvo y no lo puedo entender.

Bienvenidos a Gordos y Calvos, un podcast para personas interesantes.

Con Antonio, coordinador cuadriculado, y Carlos, el gordo.

Bueno, ¿qué? Antonio, ¿qué tal estas dos últimas semanas? ¿Cómo han ido? Bueno, pues la verdad que intensillo la cosa, porque ahora estamos en una época un poco complicada, tanto a nivel laboral como de tema de estudios, porque es época de exámenes y todo el rollo este.

Entonces, bueno, más intenso, pero bien, entre comillas.

El fin de semana por lo menos estuve en Glasgow, así que...

Ah, bueno.

Una escapadilla de...

Te he escapado del mes, claro.

Claro, una escapadilla para desestresar.

Hay gente que se va a la viñuela a comer y tú te vas a Glasgow.

Claro, todo el mundo tiene que hacer algo.

Ahora me cuesta te gastas menos.

No, no, hombre, tanto no.

Me pasó una cosa curiosa en Glasgow, que no me había pasado hasta ahora, en ninguno de los viajes que había hecho, y es que, bueno, llegamos al avión, salí con un poco de retraso, y ahora llegamos a Glasgow a la...

Prácticamente era la una, al hotel, prácticamente a la una de la mañana de allí, ¿vale? Bueno, pues ya está, nos acostábamos y eso, que tampoco ya no se podía aprovechar el día, evidentemente, entonces nos acostábamos, y en mitad de la noche he estado dormidísimo, empieza a sonar el alarme, y yo, hostia, estaba soñando, estoy súper desorientado, me levanto diciendo, tío, ¿qué cago en la puta esto que es? Que me deja un cendillo, que me creía que era el móvil, yo que sé, algo.

Nada, no daba con lo que era, y claro, es que era el alarma de incendio del hotel.

Y entonces ya empezamos al minuto a escuchar ya voces fuera y eso, y era, bum, desalojado el hotel, todo el hotel desalojado, todos a la calle a las cinco de la mañana.

Hostia, qué putada.

Claro, allí con lo que habíamos cogido, que era lo mínimo, a las cinco de la mañana hacía fresco, y a veces salía allí en chancla y un frío, y allí esperando, y ya está, en la calle, que no sabíamos muy bien lo que pasaba, al rato vinieron un camión de bomberos, al parecer era en el hotel de al lado o algo.