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Midnight Bureau
El Rey de la Sangre Verde – Entre raíles

El Rey de la Sangre Verde – Entre raíles 4y7327

26/2/2025 · 18:16
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Midnight Bureau

Descripción de El Rey de la Sangre Verde – Entre raíles 37644x

¡Bienvenidos a una nueva representación! Cuando el Arlequín, nuestro guía turístico, concluye una de sus largas jornadas a través de Ciudades de ensueño (como Yharnam o el pueblo de Pathologic), a menudo desaparece a lomos de un tren o sobre la cubierta de un barco. Y en medio de ese constante ir y venir indeterminado escenifica antiguos clásicos recitados de memoria o inéditos relatos oídos en las tabernas. Pues el Arlequín conoce todas las historias habidas y por haber o, si no, nunca está lejos de conocerlas. “Entre raíles” engloba las grabaciones de todos aquellos bienaventurados que se han encontrado con el cuenta cuentos y vivieron para contarlo. Hoy, Midnight Bureau presenta un micro – relato y un cuento: – “El hombre que no quiere sonreír”, por @ericgomez8599. – Y “El Rey de la sangre verde y el Príncipe desvaneciente”; una historia recogida por el boca a boca sobre un antiguo y poderoso rey obsesionado con el conocimiento, la magia y la sabiduría hasta sus últimas consecuencias. Por Lucas de la Torre. Estad listos. No os perdáis el tren. Nadie sabe cuál será su próxima parada. Pero si queréis estar informados o agradecer a los participantes su trabajo, aquí tenéis nuestras redes sociales. Nuestro podcast y Redes Sociales: Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCe7Xxnwly-0OTDqUm8jjQCA Spotify: https://podcasters.spotify.com/pod/show/midnight-bureau iVoox: https://ivoox.futbolgratis.org/podcast-midnight-bureau_sq_f11912271_1.html RSS: https://media.rss.com/midnightbureau/feed.xml Patreon: https://www.patreon.com/?u=91847170 Al mismo tiempo, debemos agradecer para este episodio la ayuda de: – Javier Catalá, espléndido compositor al mando del sonido y de la música. https://www.instagram.com/tastytune @tastytune – Y a Eric Gómez, pintor a cargo de las fabulosas ilustraciones y del cuento breve que sirve de presentación: https://www.instagram.com/hopniclub @ericgomez8599 5k1y5a

Lee el podcast de El Rey de la Sangre Verde – Entre raíles

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

No, no, no se levanten. Muchas gracias, son muy amables. Verán, no voy a quitarles demasiado de su valioso tiempo, se lo prometo. Vengo a amenizar la velada. No soy más que un apuesto arlequín que viaja, como ustedes, de aquí para allá en tren. Y aprovecha los agotadores trayectos para contar viejas y antiguas historias, aprendidas de memoria y dedicadas a los bienaventurados y los distraídos.

Porque, aunque nos hemos subido en diferentes paradas, venimos todos y nos dirigimos al mismo país de la ignorancia y de la duda. O al menos, eso es lo que nos gusta pensar, ¿verdad? En mi caso, y a menudo por el fragor de mi profesión, acostumbro a pasar mucho tiempo entre raíles, dentro de los vagones o sobre los bancos de las viejas estaciones de ferrocarril.

Y por eso, aprovecho para matar el aburrimiento y escenificar, en primicia para ustedes y como un presente, algunos cuentos que he escuchado en las tabernas de boca de algún vagabundo o, por el puño y la letra, de manuscritos sin dueño olvidados en las papeleras. Además, esta es la hora perfecta del crepúsculo para hacerlo.

Cuando los rayos del sol vuelan bajos, los pájaros callan al abrigo de los árboles y las mentes se tienden adormecidas y expectantes sobre los sillones, con la atención dirigida hacia los pequeños fuegos fatuos que brillan en la oscuridad del firmamento cristalado o entre las manos de algún atrevido danzante drobadoresco.

Está bien, no se pongan nerviosos, empecemos. ¿Ven este dibujo guardado en mi atillo? Contiene el primer plato de la velada. ¿Lo huelen? Es el aroma frío del siglo XIX y la estética tan sutil e irónica del autor más reconocido en Rusia, un cuento que diría ser trazado por él en las mismísimas calles de la ciudad que acabamos de abandonar. Y, sin embargo, me lo contó Eric Gómez la noche en que lo conocí a las puertas del Corazón Partido, en el bar de Andrei Estamatin.

Es la historia de un hombre que no quiere sonreír, ¿se imagina? Cuando asomaba en su rostro la mueca, cuando su comisura se alzaba como un tierno pajarillo queriendo echar a volar, cuando burbujeaba en su pecho una luz estridente, entonces decía para sus adentros, oh, esto será divertido, y con un chasquido relajaba la cara, se quedaba serio como una columna, colgaba varias onzas de plomo a cada lado de la balanza, daba hasta pena verle. Entonces, aquello le parecía, sí, doblemente divertido.

Tras la gris fachada, le costaba cada vez más no estallar en carcajadas. ¡Qué gracioso soy! se decía, al tiempo que casi se sofocaba del calorcillo que reunía a su imperceptible contento bajo el cuello de la camisa. Y así se pasaba la vida, hilando risitas reprimidas, coleccionándolas en su estantería intercostal, una y otra vez. Esto es una obra maestra, decía, ¡qué divertido!, decía, ¡qué divertido!, ¡qué divertido! No me digan que no es suficiente para ustedes, o son un público exigente, ¿no es así? Empiezan a caerme bien, de acuerdo, de acuerdo, aquí va otra.

Esta es una historia que escuché hace mucho tiempo, de un joven pescador de manos encalladas y mirada tenta y nerviosa. Uno de aquellos cuyos barcos han atravesado las aguas de nuestro continente para perderse allende los mares en las grandes dunas de los desiertos siempre antiguos y modernos. Tendréis que saber, mis jóvenes amigos, que tampoco él conoció los hechos aquí relatados, mucho menos quién se los contó. Un irsuto anciano descalzo, comerciante de especias, que protegía su apergaminada piel de roble con un turbante de algodón frente a la cálida arena.

Según contaba, una noche abandonó las tiendas fabricadas con los granos del tiempo donde se guarnecía su tribu, alimentándose del aire y esperando el sol mientras contaban su oro carmesí, como diminutos rubíes brillando en las planquecinas palmas de sus manos. Y así, queriendo pasear, halló un ahoguer en medio de ninguna parte a cuya vera dormitaba una extraña silueta, parecida por la sombra a sus parientes. Y fue ella quien le invitó a sentarse para contarle esta historia.

Más allá de donde la arena se convierte en llanura, el suelo en roca y la piedra en acantilados, existe una confusa herida abierta contra el firmamento. Arropada, eso sí, por los diminutos duendes que marchan estrechos entre las estrellas como un único fulgor esmeralda de ilusivos bordes ardientes. Se parece al destello verde, donde los marinos ven a las almas regresando entre los muertos cuando cae el sol. El también llamado fuego

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