Las Raíces Ancestrales de la Comunicación con el Más Allá 43667

Hoy desentrañamos las raíces ancestrales del tablero de Ouija, viajando mucho más allá de su invención moderna, para explorar las diversas formas que la humanidad, a lo largo de la historia y en diferentes civilizaciones, ha intentado comunicarse con el reino espiritual a través de objetos móviles. Prepárense para un viaje a través del tiempo, la antropología cultural y la sociología de un fenómeno que refleja una necesidad humana profunda y persistente. Aunque el tablero de Ouija patentado surgió a finales del siglo XIX, la idea de utilizar un objeto intermediario para obtener respuestas del más allá tiene raíces que se hunden profundamente en la historia de la adivinación y la comunicación con los muertos. Si excavamos en las prácticas ancestrales de diversas culturas, encontramos similitudes sorprendentes. En la antigua China, ya desde la dinastía Song, alrededor del 1100 después de Cristo, se utilizaban mesas parlantes o la escritura automática sobre superficies como arena o ceniza, guiada por un medium en trance.

El movimiento de un objeto era interpretado como la manifestación de mensajes espirituales. De manera similar, en la antigua Grecia, alrededor del siglo VI antes de Cristo, Pitágoras describió un método de adivinación con una mesa mística que se movía sobre letras y símbolos, buscando respuestas del reino invisible. Y en el antiguo Egipto, aunque no se conoce un tablero análogo, la comunicación con los muertos era central en su cosmovisión, con sacerdotes en trance realizando escritura automática o interpretando movimientos de objetos sagrados. Avanzando en el tiempo, durante la Edad Media en Europa, el uso de péndulos sobre diagramas con letras o símbolos se convirtió en una práctica común para obtener respuestas a preguntas específicas, compartiendo la idea de una respuesta mediada por el símbolo de un objeto, aunque sin la participación colectiva del tablero moderno.

Desde la perspectiva de la antropología cultural, estas prácticas en civilizaciones tan diversas subrayan una necesidad humana universal, comprender la muerte, conectar con los ancestros y buscar respuestas a lo desconocido. La creencia en un mundo espiritual habitado por espíritus de difuntos o entidades trascendentales es una constante cultural. El uso de un objeto intermediario, ya sea una mesa, un péndulo o un puntero, facilitaba la concentración de los participantes y servía como un punto focal tangible para la interpretación de las respuestas que se buscaban en el reino espiritual. Estas prácticas a menudo se desarrollaban en contextos ritualizados, con reglas y participantes específicos, otorgándoles una dimensión social y cultural significativa.

La interpretación de los mensajes podía estar en manos de individuos especializados, como sacerdotes, chamanes o médiums, quienes actuaban como intermediarios entre los dos mundos. Desde la sociología podemos analizar estos fenómenos como formas de interacción social, mediada por la creencia en lo sobrenatural. La participación en estas prácticas podía fortalecer los lazos comunitarios, ofrecer consuelo en el duelo o proporcionar un marco para la toma de decisiones en los momentos de incertidumbre. El objeto móvil se convertía en un catalizador para la expresión de creencias y la construcción de significado colectivo. El auge del espiritismo en el siglo XIX proporcionó un contexto particularmente fértil para la popularización del tablero de ouija moderno. El espiritismo, con su creencia en la comunicación con los espíritus a través de médiums, creó una demanda masiva por herramientas que facilitaban esta conexión.

Los primitivos tableros con letras y punteros utilizados en las sesiones espiritistas fueron los precursores.