PATIO DE CUADRILLAS 31 DE MARZO DE 2025 6h5e2z

Aquí comienza Patio de Cuadrillas, el programa taurino referente en la comunidad valenciana donde se dan cita a los mejores toreros, novilleros, ganaderos y aficionados. Con Carlos Bueno.

Lunes 31 de marzo de 2025, Tiempo de Toros en Radio y Tereconomía Valencia. Yo soy Carlos Bueno y esto es Patio de Cuadrillas. Muy buenas noches y bienvenidos de parte de un servidor y de parte de todos cuantos cada lunes hacemos este programa en el 107.1 de la FM, si es que están en Valencia y nos pueden escuchar a través de la radio, pero como siempre hago, les recuerdo que si no están en Valencia, si no nos pueden escuchar a través de la radio, lo pueden hacer a través de la página web www.intereconomiavalencia.com o descargándose la aplicación, aplicación gratuita para cualquier tipo de móvil que está en el store de su teléfono y es la aplicación de Intereconomía Valencia, eso sí, Valencia. Y también les recuerdo que pueden entablar conversación con nosotros haciéndolo a través de nuestro correo electrónico patiodecuadrillas.gmail.com.

Dicho esto, pues aparte de despedir el mes de marzo, el mes de la Feria de las Fallas, les digo que hoy estoy tremendamente contento de tener conmigo a la inspectora jefa de la Unidad de Policía Nacional adscrita a la Comunidad Valenciana, jefa de sección operativa, Pilar Bojo, que no viene por ser miembro de la Policía Nacional, sino por ser, no voy a decir la mejor, pero bueno, no hay una mejor, muy buena presidenta en la plaza de Tros de Valencia y por mantener el rigor que creo personalmente que debe de regir en una plaza de primera categoría. Es que vamos a preguntarle de dónde viene la afición, cómo se mantiene la presión en el palco, cuáles son sus labores y bueno, hay polémica también, que hay cosas que preguntar, a ver hasta dónde se moja.

Está conmigo Pilar Bojo, así es que con ella hablamos, pero eso será como siempre después de nuestro tradicional editorial. Estás escuchando Patio de Cuadrillas con Carlos Bueno. Si yo fuese pintor, me gustaría ser Sorolla, que reflejó como nadie algo tan irreproducible como la luz. Si fuese escultor, Benlliure, dueño del movimiento, en un material tan inmóvil como una pieza de bronce. Si fuese composidor, Mozart, el portento que con su música provocó sentimientos de difícil explicación con palabras. Si fuese montaña, el Everest, el reto más alto del mundo. Si fuese mar, el Mediterráneo, quizás porque mi niñez sigue jugando en su playa. Si fuese una flor, la del azar, que evoca el perfume de los campos de la tierra que me vio nacer.

Si fuese cantante, Sinatra, en nombre de la voz que se idolatra. Si fuese toros, yo querría ser bravo hasta el final para quedarme por siempre en la dehesa de ese mental. Si fuese actor, Robert de Niro, y si fuese torero, el de la Puebla del Río. José Antonio Morante, del arte del toreo, un diamante gigante. Del buen gusto, amante, un flamante brillante de arte escalofriante. Cuando alguien me pide consejo para ver una corrida de toros por primera vez, ves a ver a Morante. Porque Morante es diferente aun cuando sus sustentos son los cánones más clásicos del toreo, parar, templar y mandar. Morante manda y crea según la inspiración, y cuando ésta llega, despierta los sentidos, pellizca el alma. Es genuino, auténtico, emocionante, arrebatador.

Morante es armonía y belleza, es arte conmovedor y vibrante, es turbación y éxtasis. Y como excelso artista, también es impredecible. Hay momentos de lucidez y otros de turbiedad, enigmas de los virtuosos, cosas de las musas. Lo cierto es que no suele estar a medias tintas porque no sabe fingir, blanco o negro, pero siempre morante. Por eso, nunca deja indiferente. Quien le ha visto iluminado, no lo olvida. Y cada vez somos más, quienes hemos tenido la suerte de paladear su toreo y de emocionarnos con él. Muchos somos los que hemos podido disfrutar de la grandeza y majestad de su tauromaquia. Tardes que puso a todos de acuerdo, actuaciones esplendorosas que le valieron orejas, rabos y premios, pero sobre todo emociones inolvidables, eso que vale más que cualquier abultada ficha de un festejo.

El de la Puebla es capaz de brindar la obra más maciza, de protagonizar un petardo sonoro o de derramar unas gotas de su particular esencia, suficiente para los buenos degustadores