OTRAS VIDAS 27 DE FEBRERO DE 2025 2r1j59

Otras vidas, con Raúl Bacarrey y Pilar Salafares.

¿Por qué consumimos? ¿Por qué nos entregamos con este deleite a las fauces del consumismo? Si alguien nos planteara esta pregunta en un examen de instituto, si pretendiera juzgar nuestra capacidad de razonamiento, nuestro espíritu crítico, nuestro argumentario, seguramente responderíamos que consumir es un placer moderno, una recompensa a nuestros muchos quehaceres diarios, un compromiso con nuestra sociedad.

La idea sería algo así.

Si queremos comprar mercancías, harán falta fábricas y se contratará a operarios y operarias.

Si, por el contrario, optamos por la insurrección de no consumir, esas fábricas tendrían que cerrar y las costuras y los hilos del capitalismo quedarían al descubierto, igual que el mago de Oz, quedaría probado que el capitalismo es un fraude.

Pero existe una lógica aún más profunda que explica por qué consumimos.

Lo hacemos porque nos han educado para ello.

Desde que nacemos, hemos visto a nuestros padres y madres, y a nuestros familiares, y a nuestro vecindario, y a nuestros amigos y amigas arrojarse a las fauces del capitalismo con auténtico fervor.

La publicidad, la propaganda, los anuncios, las ofertas forman parte de nuestro ecosistema mucho antes de que tengamos capacidad de raciocinio, mucho antes de que tengamos memoria.

Se convierten en miles, millones de árboles entre los que nos movemos, incapaces de vislumbrar dónde está el bosque.

La educación consumista está tan en nuestras vidas desde siempre que no podemos plantearnos si queremos contribuir a ella o no, si queremos ser parte del sistema o parte de la resistencia, parte de los integrados o parte de los disidentes, parte de los tradicionalistas o parte de los revolucionarios.

Consumir en nuestra sociedad se traduce en que unas megafábricas en la otra punta del planeta fabrican objetos muy baratos a costa de explotar a seres humanos y jugar con su sufrimiento, que otras personas los van a comprar en países lejanos con el precio de producción multiplicado muchas veces, que esos objetos se romperán pronto para que la rueda no se pare o que nos cansaremos de ellos y los reemplazaremos por más objetos que, si nos paramos un segundo a cuestionarlo, lo más probable es que no nos hagan falta.

Y lo peor, que no nos hagan ni siquiera felices, porque el consumismo es un monstruo mitológico que nunca se cansa de pedir ofrendas.

Todas y todos consumimos en función de nuestro poder adquisitivo, lo sé, yo también lo hago, pero a mí me gusta imaginar otros mundos posibles.

Si pudiéramos soñar una sociedad mejor, ¿cómo sería? Bienvenidas y bienvenidos a Otras Vidas.

¿Algo de tu vida? Otras Vidas. ¿Quieres estar a la última en series y películas? Otras Vidas.

¿Los jueves a las 8 de la tarde en Radio Guadalquivir? Otras Vidas.

Buenas tardes, Pilar, ¿cómo estás? Refriada.

Sí, otra vez, tú no sales, ¿eh? No lo sé, no.

Pero a lo mejor no es refriado, ¿no? No, yo qué sé, yo no sé si estoy refriada, agotada, con alergia, alergia a lo que has contado precisamente, me da alergia el consumismo.

Sí, ¿no? Yo creo que eso es lo que tengo.

De hecho, tu filosofía de vida cada vez va más en contra de...

Yo creo que siempre ha sido un poco así, tú sabes que he estado trabajando en televisión...

Pero tú has tenido a veces mucho poder adquisitivo...

Claro, pero es lo que tú has dicho, el consumismo no quiere decir...

O sea, si tú tienes poder adquisitivo pero no eres consumista, es perfectamente engranable, ¿no?