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OR2C13 Oliver Ray y el Centro del Universo (Audiolibro) - Capítulo 13: Vuelta a Xindi

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10/6/2025 · 13:55
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🔊 Dale play y acompaña a la tripulación más joven y valiente de la galaxia en una misión que no todos sobrevivirán. #audiolibro #cienciaficcionjuvenil #espacio #robots 4n3p4a

Lee el podcast de OR2C13 Oliver Ray y el Centro del Universo (Audiolibro) - Capítulo 13: Vuelta a Xindi

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Capítulo 13. Vuelta a Cindy.

Oliver llevaba varias horas manejando la libélula con soltura.

Parecía que las modificaciones que habían hecho los denta la habían mejorado notablemente, tanto en velocidad como en estabilidad y maniobrabilidad.

Al principio, los otros se habían mostrado reticentes de que marcara un rumbo de forma manual, pero tras los primeros momentos sin chocar contra ningún asteroide, vieron que no había mayor problema y se relajaron.

De hecho, en ese momento, Oliver era el único que permanecía despierto.

Hasta Rodie había entrado en modo de ahorro de energía.

Como en realidad no tenía gran cosa que hacer, se dedicó a inspeccionar los diversos sistemas y controles con los que contaba la nave.

En un momento dado, al accionar unos botones, se encendió un monitor y pudo ver unas imágenes del exterior.

Al deslizar un dedo por la pantalla, comprobó que podía avanzar y retroceder la grabación, así que decidió ir hacia atrás en el tiempo hasta el punto donde la bola de fuego les había atacado.

Encontró el instante exacto e hizo zoom sobre la imagen de la extraña nave incandescente, a la que contempló largamente.

Al cabo de un buen rato, perdió interés en la pantalla y se recostó en su asiento.

Pronto le invadió una sensación placentera y, al mirar hacia el exterior, le pareció como si las diferentes constelaciones de estrellas siguiesen una lógica ordenada.

Tuvo la sensación de reconocer senderos y caminos a través de la negrura del espacio.

Y entonces las reconoció.

Ya las había visto anteriormente, pero no de una manera tan directa.

Luces doradas formando un entramado de ramificaciones, lo que su madre y su abuela habían llamado las sendas de almas.

Oliver las miró y pensó, ¿qué demonios? Hizo un sutil cambio de rumbo y sumergió a la libélula de lleno en la trayectoria de las luminarias.

Estas atravesaban la nave sin interactuar con ella.

Oliver levantó la palma de la mano hacia ellas y notó como un leve cosquilleo.

Estuvo así un rato y por fin sucedió lo que estaba esperando.

Las luces formaron otra palma que parecía tocar la suya propia, luego un brazo y, finalmente, todo el cuerpo brillante y dorado de una mujer cuya expresión era de una dulzura y paz absolutas.

«Oliver», dijo.

«Mamá, te dije que nos volveríamos a ver».

«Es cierto», dijo Oliver con una sonrisa.

Abba miró a Andrew que dormía.

«¿Qué tal lo hace tu padre?» «Eh, bueno, digamos que le falta práctica», contestó Oliver.

Las luces perdieron intensidad como si se fueran dispersando.

«¿Mamá?» «Mi energía está en retirada.

Pronto empezará un nuevo ciclo para mí».

Su voz parecía lejana y perdía intensidad por momentos.

Su rostro se ensombreció.

«Oliver, ten cuidado.

Quiere usarte para encontrar el centro del universo.

No dejes que te coja».

Las luminarias se disolvieron por completo y la figura de la mujer desapareció.

«¿Qué? ¿Quién? ¿Mamá?», exclamó Oliver.

«La estrella renegada».

Fueron las últimas palabras que resonaron en la cabeza de Oliver.

«¿Con quién hablas, Olly?» dijo su padre, desperezándose.

«Era ella.

Mamá».

«¿Puedes verla? ¿Está aquí?» Andrew se incorporó de golpe.

«Se ha ido.

Puede que no la vuelva a ver».

Oliver tenía los ojos empañados en lágrimas.

Su padre se acercó y le abrazó.

Tras un viaje sin complicaciones, por fin divisaron Cindy a lo lejos.

«¿Seguirá ahí?» preguntó Pulpo, asustado.

«Estaremos atentos», dijo Oliver.

«Si aparece, no nos pillará por sorpresa. Además, creo que soy capaz de evitarle con esta nave».

«Tal vez sería un buen momento para intentar encontrar la araña de nuevo.

¿No les parece?», sugirió Roddy. «Estoy en ello», dijo Andrew, manipulando el rastreador de señales.

«No debería ser muy complicado aislar su rastro.

El problema es que ya ha pasado demasiado tiempo».

«Voy a empezar por la última ubicación conocida y continuaremos a partir de ahí», dijo Oliver.

La libélula se acercó a la superficie del planeta cerca del lugar donde había estado la araña.

«¿Ve algo, señor Herre?», preguntó Pulpo.

«Nada de momento. Oliver, ¿podrías ganar algo de altura?».

«¿Pueden los saponejos saltar?», contestó Oliver.

«¿Qué clase de respuesta es esa?», dijo Pulpo. «Bueno, no sé.

Me pareció aureolar. Eso es todo», contestó Oliver.

«¿Te crees que conducir una nave y ser nieto de un alienígena patea traseros te da derecho a soldar frases así? ¿Quién eres, el capitán cósmico?».

«Bueno, yo...».

«Ah, déjalo y pilota», se rió Pulpo.

La libélula ganó altura y empezó a dar vueltas a la superficie.

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