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Los oligarcas rusos del petróleo: Al servicio de la guerra 102733
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Con reveladores testimonios e imágenes de archivo, esta investigación revela cómo un reducido grupo de hombres se hizo con el control de la economía rusa y se convirtió en socio de las grandes potencias occidentales (en beneficio propio y al servicio de Vladimir Putin). Así, comprobamos cómo un sistema creado por los oligarcas rusos y estrechamente vinculado a la industria rusa del petróleo y el gas corrompió las finanzas mundiales por orden del presidente ruso. Centrándose en sus antecedentes, motivaciones, métodos y ambiciones, la serie pone al descubierto un sistema económico mafioso, que ha sabido adaptarse a las convulsiones geopolíticas actuales. 5wo2n
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Tres años después de la invasión de Ucrania, la breve ofensiva de las tropas rusas se ha convertido en una guerra de trincheras.
Esta masacre humana ya se ha cobrado varios cientos de miles de vidas.
Putin financia su guerra gracias a su banda de oligarcas, los que controlan el petróleo y el gas, los dos recursos principales de Rusia.
¿De dónde viene el dinero para pagar a los equipos que trabajan 24 horas al día, siete días de la semana, en esas fábricas de obuses? Si Putin no se hubiera hecho tan rico gracias a las exportaciones de petróleo y gas a Europa, no habría iniciado una guerra.
La Rusia de Putin es básicamente una estación de servicio.
Pese a la guerra, Europa sigue enriqueciendo a Rusia.
La factura europea de gas ruso de 2024 rondará los 10.000 millones de dólares.
Un metanero gigantesco suministra regularmente gas ruso a los puertos europeos.
El Christophe de Margery, llamado así por el antiguo director general de Total, la multinacional petrolera sa.
El Christophe de Margery es el símbolo de la debilidad y de los compromisos europeos.
¿Cómo fueron engañados por el amo del Kremlin y sus oligarcas? ¿Y por qué Europa sigue financiando la máquina de guerra de Putin? Esta es la historia de una ceguera que comenzó 15 años antes.
Christophe de Margery fue nombrado director de Total en 2007.
Enseguida lanzó una operación para ganarse a los oligarcas rusos.
Quería ponerse al nivel de sus competidores.
Los británicos de BP, asociados con los oligarcas Friedman y Aben, explotaban enormes yacimientos de petróleo en Siberia.
Los alemanes confiaron en el oligarca Alexei Miller, director general de Gazprom, para construir una autopista de gas que uniera Rusia con Alemania, Nord Stream.
Era imposible que Big Moustache, como le apodaron, se mantuviera alejado del dorado ruso.
El futuro de Total estaba en juego.
Y, por tanto, el de Francia.
En aquella época, Christophe de Margery no tenía ningún o con el Kremlin.
No era conocido, solo era un petrolero francés.
Así que pensó...
Es hora de intentar acercarse al poder ruso.
Si queremos invertir más en Rusia, necesitamos el apoyo de Putin.
Necesitamos el apoyo de Putin.
Pero ¿cómo nos acercamos a él? Y se le ocurrió hacer algo totalmente improbable y completamente diferente a lo que habían hecho las otras petroleras.
Patrocinar un teatro llamado...
Teatro Marinsky, que estaba dirigido por el director de orquesta Valery Gergiev, un gran amigo de Putin.
Gergiev y Putin compartían la misma visión de una gran Rusia, que debía recuperar su lugar en el concierto de las naciones.
La operación de seducción funcionó.
Jugando la carta de la amistad cultural franco-rusa, de Margery consiguió una audiencia con Putin.
Putin le invitó a Sudacha, a unos 30 kilómetros de Moscú.
Christophe de Margery describió a Putin como el alma de la fiesta, un hombre muy divertido que se burlaba de Obama y le imitaba.
Se entendieron muy bien y esa relación abrió las puertas a los proyectos de petróleo y gas en Rusia.
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