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Obesidad y placer alimentario: un vínculo roto que podría tener solución

Obesidad y placer alimentario: un vínculo roto que podría tener solución n1om

28/5/2025 · 14:39
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Comer es mucho más que satisfacer una necesidad fisiológica: también es una experiencia emocionalmente gratificante. Pero, ¿qué ocurre cuando esa satisfacción desaparece? Una investigación publicada en la revista Nature ha arrojado luz sobre cómo la obesidad podría alterar los mecanismos cerebrales que hacen placentero el acto de comer, una disfunción que podría estar en el corazón de la relación entre el exceso de peso y los hábitos alimentarios compulsivos. Nos lo explica José Miguel Soriano del Castillo, catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universitat de València. 75n15

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Geogastronómica Geogastronomy Geogastronomla Geogastronomia Viajar comer explorar Bienvenidos a un nuevo podcast de Geogastronomica. En esta ocasión quiero hablarte de un estudio.Un estudio muy interesante que se acaba de publicar y Así que relaciona la obesidad con la falta de placer al comer.

Si estás escuchando este canal es porque disfrutas mucho comiendo y porque estarás de acuerdo en que comer es mucho más que satisfacer una necesidad fisiológica, también es una experiencia emocionalmente muy gratificante, ¿no? Pero ¿qué ocurre cuando esa satisfacción desaparece? Imagínate comer sin placer.

Una investigación publicada en la revista Nature ha arrojado luz sobre cómo la obesidad podría alterar los mecanismos cerebrales que hacen placentero el acto de comer, una disfunción que podría estar relacionada entre el exceso de peso y los hábitos alimentarios compulsivos.

Bien, lo explica muy bien el profesor José Miguel Soriano del Castillo.

Él es, además, catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia.

Profesor, ¿qué tal está? Buenos días.

Hola, buenos días.

Muy bien.

Encantado de saludarle, profesor.

Bueno, usted lo explica, como digo, en un artículo muy interesante publicado en la plataforma de Conversation.

Los responsables del estudio, en el que han colaborado científicos de China, Estados Unidos y Suiza, realizaron su investigación con ratones.

Le pregunto exactamente en qué consistió la investigación y qué iban buscando.

Bueno, el estudio, como ha dicho usted, eran varios investigadores.

Es cierto que cuando son ese tipo de estudios se alargan mucho en el tiempo.

Yo creo que buscaban algo que se lo encontraban y no se lo esperaban.

Normalmente, el acercamiento de cuando comemos algo sabroso, habitualmente nuestro cerebro activa lo que se denomina un circuito de placer, que es que nos hace disfrutar la comida, la parte dónica, los alimentos y tal.

Habitualmente, ese circuito suele estar implicado habitualmente en la dopamina, que conocemos como una sustancia química, y que, curiosamente, dentro de ese circuito, o dentro de lo que llamamos un cabeleado cerebral, por llamarlo de alguna manera, se encuentran unidos dos zonas cerebrales.

Una, que es la zona clave de la recompensa, y otra relacionada con la motivación.

Entonces, ¿qué ocurrió? En el estudio lo que observan es que los ratones alimentados, en principio con una dieta muy grasa durante un periodo de tiempo, observan que el circuito este famoso funciona mal.

¿Qué ocurre? Que aunque los ratones seguían normalmente prefiriendo esa comida grasa, si podían escoger, dejaban de mostrar entusiasmo por ella cuando la tenían fácil, de alguna manera, y como si la comida, además, no les produjera tanto placer.

Dentro de esa clave, esto es cuando descubren que el resorte, o digamos el punto clave, es una molécula que se llama neurotensina, que actúa de alguna manera como una especie de mensajero, habitualmente, entre las dos partes del cerebro que controlan el placer y la motivación.

¿Qué ocurre? Que normalmente los ratones sobre eso, cuando producen y liberan la neurotensina, en ellos en concreto, bajaban considerablemente esta sustancia, esta molécula, y lo que provocaba, de alguna manera, era que provocaba una desconexión del circuito del placer, de este que hablábamos como tal.

Y esto, que es algo llamativo, porque hasta ahora no se había planteado, sí que además detectan que es algo reversible.

O sea, la ventaja es que no es que porque ese circuito, digamos, se desconecte, no se puede volver de nuevo a conectar, y por lo tanto, en ese aspecto, consiguen, de alguna manera, volverlo a conectar.

Y llama la atención, porque no se había planteado nunca en este aspecto.

Claro.

Voy un poquito para atrás, para que todos lo entendamos.

La neurotensina, entiendo que los humanos también la tenemos.

Exacto.

Sí, la tenemos además, sí, sí.

Es decir, igual es simplificar mucho, cuando se tiene un poco de hambre, se disfruta más de la comida, nos resulta más placentera.

Exacto.

Exacto.

Lo que ocurre es que cuando, digamos, o sea, fíjense, nos resulta más placentera la comida habitualmente, por esa conexión que tenemos, a nivel cerebral, entre la parte del placer y la motivación, pero en animales de laboratorio, en los cuales se vuelen más obesos y se consume mucha cantidad de grasa, ese circuito de placer, digamos, se rompe.

Es decir, ellos siguen comiendo igual, pero en un momento determinado, esa comida no la disfrutan.

Esto sí que es cierto, que se ha visto en pacientes, o sea, nos llama mucho la atención

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