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Ecos de Asia
Marte tenía playa y lo sabíamos: Bienvenidos al océano rojo. Beef en Vietnam: Lula pone la carne. El alma no se exporta

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31/3/2025 · 24:18
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Ecos de Asia

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Terremotos, robots, sopa contaminada y el futuro del Dalái Lama. Desde Myanmar hasta Marte, pasando por Vietnam, China y Japón, te contamos lo que realmente está moviendo Asia. Actualidad narrada con contexto, ironía y una mirada crítica que va más allá del titular. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/2491431 4e1q10

Lee el podcast de Marte tenía playa y lo sabíamos: Bienvenidos al océano rojo. Beef en Vietnam: Lula pone la carne. El alma no se exporta

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Gracias por acompañarnos en una nueva edición de Ecos de Asia.

Hoy, como de costumbre, nos sumergimos en los matices de lo que ocurre en la región y más allá.

Desde terremotos devastadores hasta innovaciones científicas en Marte, pasando por debates identitarios en el mundo académico y tensiones geopolíticas bajo la apariencia de acuerdos comerciales.

Si hay algo claro en esta jornada, es que el mundo se mueve.

A veces hacia adelante, otras en círculos y muchas con los pies temblando literalmente.

Empecemos, cómo no, por Myanmar.

Allí, el terremoto de magnitud 7,7 que sacudió al país no sólo arrasó infraestructuras y dejó más de 1,600 muertos, sino que también expuso con crudeza las limitaciones de un régimen militar más preparado para sofocar protestas que para rescatar vidas.

Mandalay, esa ciudad que antaño fue símbolo de comercio y espiritualidad, hoy se convirtió en un campo de escombros donde la esperanza se busca a manos desnudas.

Los equipos de rescate, algunos llegados desde China y otros desde India, intentan contener una tragedia de proporciones que podrían incluso superar la producción económica anual del país.

El gobierno paralelo, por su parte, hace lo que puede desde su exilio operativo, porque en Myanmar ya no se sabe qué es oposición, qué es Estado y qué es simplemente ausencia.

La tragedia se extiende también más allá de las fronteras.

En Bangkok, el derrumbe de un edificio en construcción dejó decenas de obreros atrapados, muchos de ellos migrantes birmanos.

China es una postal sombría de esa interdependencia regional que existe, aunque a menudo se ignore.

Mientras tanto, entre excavadoras, drones y perros rastreadores, una mujer tailandesa dio a luz en pleno proceso de evacuación.

En medio del caos nació Ming.

No le han puesto un nombre relacionado con el terremoto, tal vez porque a veces la vida insiste en recordarnos que no todo empieza con escombros.

Ahora bien, si de desastres hablamos, Japón también tiene lo suyo.

Y esta vez no fue un sismo, sino un par de desagradables invitados no deseados.

La cadena de restaurantes Tsukiya, famosa por sus cuencos de carne, cerrará casi 2.000 establecimientos durante cuatro días.

La razón es sencilla y repulsiva.

Un ratón en la sopa de miso y un insecto en otro plato bastaron para que la empresa pusiera el cartel de cerrado por higiene.

Japón, ese país que suele presumir de limpieza casi quirúrgica, recibió con estupor la noticia.

Mientras tanto, las acciones de la empresa cayeron como si se tratase de una olla ardiendo al suelo.

No todo lo que huele mal viene de la cocina.

Y mientras unos se enfrentan a desastres naturales y otros a plagas culinarias, en el mundo académico chino hay una batalla menos visible pero no menos significativa.

La lucha por la identidad en las publicaciones científicas ha cobrado fuerza.

¿Quién es realmente el autor de ese artículo? ¿Es Wang Yuchen, el experto en herencia cultural o la estudiante de informática especializada en enfermedades humanas? ¿O tal vez el jugador de snooker? La respuesta, si se basa solo en la transcripción alfabética del nombre en pinyin, es tan confusa como frustrante.

Con más de 300.000 chinos llamados Zhang Wei y decenas de millones compartiendo apellidos como Li, Wang o Chen, el sistema de identificación occidental se convierte en una sopa de letras indescifrable.

Las consecuencias no son triviales. Afectan la visibilidad académica, la reputación profesional.

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