LA LUPA. Nuestros mayores están siendo exterminados 3p6948

Bienvenidos, esto es el Español Digital, las verdades sin complejos, nuestro programa La Lupa, yo soy Paco Vendala. Vamos a hablar de un asunto que pasa desapercibido pero que tiene una importancia capital y lo voy a hacer gracias pues a un par de amigos que me lo han hecho notar, que me lo han hecho ver y recordar.

Es muy sencillo pues hay uno en particular que me ha hecho participar, un buen amigo, de su indignación y de su dolor por la cruel manera en que nuestros mayores, los padres, abuelos, que llamamos, están siendo apartados, por ejemplo, cuando se cierran comercios de lo de siempre, para qué decir, cuando se cierran sucursales bancarias, bueno, estas oficinas que tenemos hoy día, previa cita, etcétera, etcétera, etcétera y que está llegando a hacerles dependientes, en el mejor de los casos, me dice, y es verdad, de sus hijos y de sus nietos, que al contrario que ellos, nuestros mayores, o por lo menos ni mucho menos con la destreza que ellos, pues nuestros mayores no manejan móviles, internet, ordenadores, maquinitas de estas de los bancos, etcétera, para hacer gestión en mil sitios y demás, certificados electrónicos, DNI electrónicos, todas esas cosas, sobre todo para hoy, que eso es lo habitual, pues antes sí que podían nuestros mayores hacer todas esas gestiones por sí mismos, hasta era muy avanzada, de forma que la cosa está llegando a tanto, en no pocos casos, que esos mayores, pues quedan completamente sometidos y dependientes, sus vidas y sus haciendas, de terceras personas e incluso de empleados bancarios o de funcionarios varios, cuya honradez, vamos a decirlo, amabilidad, dedicación, solvencia, deja mucho que desear en no pocos casos, por supuesto no en todos.

Me dice este buen amigo también, y tiene razón, pues que es tremendo a lo que se están enfrentando y lo que están viviendo nuestros mayores, que entre unas cosas y otras, y entre unos y otros, pues están poco a poco siendo expulsados, no sólo del sistema, digámoslo así, sino prácticamente de la sociedad, de esa que tanto alardea de lo que, como vemos, carece, o sea, de humanidad, para qué decir de caridad, que no es lo mismo, por cierto, ni tiene nada que ver con la tan cacareada solidaridad.

Sobre lo que me expone este buen amigo, pues estoy totalmente de acuerdo, repito, es habitual encontrarse, y se ve a causa y causa una gran desazón, a mayores vagando por las calles con ojos alucinados, como alienados, como fuera de su entorno, expresando con rostros atónitos, pero claro, en silencio, pues su perplejidad ante el mundo que les rodea cada vez más, que les sumerge sin piedad, marginándolos, convirtiéndoles en zombis, expulsándolos por morde, las nuevas tecnologías que todo lo invaden y tiranizan, y de unos semejantes, pues cada día más egoístas, que viven el momento y que encima con prisa, como si todo fuera a acabarse mañana, en cuyas vidas no tienen cabida ellos, nuestros mayores, porque es que para nada valen ya.

Comenta al hilo de todo esto otro amigo, que lo dicho viene de lejos y es verdad, que no es producto de la casualidad, pero que desde la pandemia se ha intensificado, es cierto también. Bueno, por mi parte no sólo estoy de acuerdo con ambos, que por supuesto, sino que quiero ir un poco más lejos, los organismos oficiales de todo Caribe, gubernamentales, autonómicos, municipales, son parte activa, premeditada y alevosa de esa marginación, no nos engañemos.

Práctica expulsión de nuestra sociedad, de nuestros mayores, que se lleva a cabo con nuestros padres, abuelos. Voy a poner un ejemplo, pero evidente, botón de muestra, pues basta con echar un vistazo a las páginas web institucionales de cualquier clase y categoría, para comprobar que son aún más intrincadas, inaccesibles e incomprensible que las de los bancos, que ya es decir, por ejemplo,