LA LUPA. Felie VI se ha retratado... una vez más ad nauseam 316x4

Bienvenidos, esto es El Español Digital. La verdad, sin complejos, nuestro programa La Lupa. Yo soy Paco Vendala. Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Bueno, pues esta imagen que nos ha regalado, no sé si las circunstancias, si estaba prevista o no, o un poco de todo, vale más que mil palabras. Es terrible. Felipe VI acompañado de la reina consorte. Vamos a aclarar antes que nada que no es reina. Ni ésta ni Sofía fueron reinas.

La Constitución lo deja bien claro. Son reinas consortes. Nada más. Si alguna vez llega a reinar la niña, ojalá que no, esperemos que no, pues el marido con el que se case será rey consorte, pero no será rey tampoco. Es que confundimos las palabras y entonces ellos también se aprovechan para confundirse o confundirnos a los demás. Bien, pues echo este paréntesis. Volvamos a la imagen que vale más que mil palabras. Ahí lo tenemos a Felipe VI el preparado.

Madre mía, es la peor astilla de aquel mal palo que fue Juan Carlos I.

Sobre esta fotografía hay que hacer varias reflexiones. Primero, te lo mereces.

Te mereces que te hayan puesto detrás a la bandera que derribó la monarquía de tu abuelo, lo cual a ti te importa un rábano, como a tu padre, perdón, a tu abuelo, a tu bisabuelo, perdón, Alfonso XIII.

Te la mereces ahí puesta. Sí, qué bien lo han hecho además, qué hábiles son, qué bien lo han jugado y han sacado la foto ideal. Te la mereces. Es impresionante.

¿Qué diría tu bisabuelo Alfonso XIII? ¿Qué diría tu abuelo don Juan? Y no sé qué diría tu padre, Juan Carlos I, el iniciador de todo este desastre, el motor, el por qué España hoy se encuentra así, el primero de los grandes traidores. Hay que ponerle ya por encima de los que ha habido, que no han sido pocos, don Julián, don Opas, Carlos IV, bueno, en fin, y Alfonso XIII también, que cuando se la vio mal decidió salir pitando, no fuera que le ocurriera como le había ocurrido al zar Nicolás II y nos dejó aquí con la tostada.

Qué bien han hecho la foto, con esa bandera que representa una de las páginas más terribles de nuestra historia. Una república ilegal y legítima que, de todas formas, una vez que se aceptó, pudo haber sido una opción para acabar precisamente con la monarquía de verdad en España, pero que se desaprovechó, o mejor dicho, los que van ahí, los que van ahí, los que la narbolaban, la utilizaron para intentar traer una revolución que hubiera acabado ya con España en todos los aspectos y que gracias a aquel 18 de julio, gracias a aquella media España que no estaba por la labor, no ocurrió.

¿Cuántos dieron la vida? ¿Cuántos dieron la vida en tan tremendas circunstancias, no sólo en los campos de batalla, sino en las terribles checas? ¿Cuántos mártires, cuántos caídos de verdad por España, por Dios y por España, lucharon por recomponer lo que esa bandera había destruido? Y tú, Felipe VI, no tienes menor reparo, la menor vergüenza de fotografiarte así, de dejarte fotografiar, porque encima eres tonto de capirote, te han llevado a una nueva encerrona.

Otra reflexión, la encerrona se llama Munchausen, no tiene otra cosa que hacer este Felipe VI el preparado, que ir a rendir homenaje, según ha dicho, a la desmemoria, porque esto es la desmemoria.

Munchausen es un acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial con la cual España, gracias al caudillo, a su habilidad, a su categoría de gran estadista, nos escapamos. Consiguió, en las peores circunstancias, dejar a España fuera de ella. Bueno, pues tú vas allí a rendir homenaje no sé a quién. Eso fue un acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial, haya los que estuvieron, se las compongan, y haya los que estuvieron de alguna u otra forma, homenajeen a quien quieran.

Pero es que encima habla de los españoles muertos en Munchausen.

Bueno, vamos a decir quiénes eran aquellos españoles muertos en Munchausen.

Lo primero no eran españoles, por desgracia, habían nacido en España, pero habían dejado de serlo en el momento que se convirtieron en traidores a España, porque todos ellos eran socialistas, marxistas o comunistas, es decir, frente populistas, eran los que habían traído la guerra de verdad.