Trending Misterio
iVoox
Descargar app Subir
iVoox Podcast & radio
Descargar app gratis
NOVELAS DE AGATHA CHRISTIE
Esto es un fragmento de un episodio exclusivo. ¡Escúchalo completo apoyando a este podcast!
EL LOTE NUMERO 249

EL LOTE NUMERO 249 r1z5w

3/6/2025 · 01:37:17
0
26
NOVELAS DE AGATHA CHRISTIE

Descripción de EL LOTE NUMERO 249 1b15m

Las sospechas sobre el vecino de abajo comienzan a tener más y más sentido a medida que Smith se familiariza con su siniestra obsesión. 213c4w

Lee el podcast de EL LOTE NUMERO 249

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

El lote número 249. 1892. Arthur Conan Doyle. El lote número 249. Es posible que no pueda pronunciarse jamás un juicio absoluto y definitivo acerca de las relaciones de Edward Dillingham con William Monkhouse Lee, ni sobre la causa que motivó el gran terror de Abercrombie y Smith.

Es verdad que poseemos un relato completo y claro del propio Smith, así como determinadas corroboraciones que pudo encontrar en hombres como Thomas Stiles, el sirviente, del reverendo Plumtree Peterson, miembro del Old College, y de otras personas que tuvieron la oportunidad de obtener una visión pasajera de este o aquel incidente dentro de una singular cadena de sucesos.

No obstante en lo esencial, la historia se apoya sólo en el testimonio de Smith, y la mayoría se inclinará a pensar que es más probable que un cerebro aparentemente sano sufra una sutil deformación en su textura, algún extraño defecto en su funcionamiento, que el hecho de que se haya transgredido el camino de la naturaleza a pleno día en un centro de enseñanza tan afamado como la Universidad de Oxford. Sin embargo cuando nos paramos a pensar en lo estrecho y tortuoso que es ese sendero de la naturaleza, en lo confusamente que podemos trazarlo, a pesar de todas las luces de la ciencia y en cómo surge misteriosamente de la oscuridad que lo rodea enormes y terribles posibilidades, llegamos a la conclusión de que tiene que ser audaz y seguro de sí mismo el hombre capaz de poner un límite a los extraños senderos laterales por los que puede vagar el espíritu humano. En la esquina de una de las alas de lo que llamaremos el Old College de Oxford, se alza una antiquísima torre.

El pesado arco que se extiende sobre el hueco de la puerta ha declinado bajo el peso de los años, y los bloques de piedra gris mordida por el líquen están unidos por tallos y filamentos de hiedra, como si la vieja madre se hubiera esforzado por asegurarlos contra el viento y la intemperie. Desde la puerta asciende en espiral una escalera de piedra con dos descansillos intermedios y un tercero, donde concluye. Los peldaños están desgastados y deformados por las pisadas de las generaciones de buscadores del conocimiento que se han ido sucediendo. La vida se ha deslizado como el agua por los escalones de la sinuosa escalera, y como el agua ha dejado atrás estos surcos de piedra desgastada. Desde los pedantes estudiosos de Largas Toga de los tiempos de Plantam Genet hasta los jóvenes calaveras de épocas posteriores, qué pictórica y fuerte ha sido esa corriente del joven vida inglesa.

Y qué queda ahora de todas aquellas esperanzas, de todas aquellas aspiraciones, de toda aquella energía impetuosa, excepto unas cuantas letras grabadas sobre la piedra en algún viejo cementerio, y acaso un puñado de polvo en un féretro carcomido. Sin embargo, allí permanecía la silenciosa escalera y el viejo muro gris, con sus bandas, sautores y otros emblemas heráldicos, como si fueran sombras grotescas proyectadas desde los tiempos pasados. En el mes de mayo de 1884, tres hombres ocupaban los grupos de habitaciones que daban a los distintos descansillos de la vieja escalera. Cada grupo constaba simplemente de un cuarto de estar y un dormitorio, mientras que las dos habitaciones correspondientes de la planta baja se empleaban, una como carbonera y la otra como vivienda, del sirviente Thomas Styles, cuya ocupación principal consistía en atender a los tres hombres de arriba.

A derecha e izquierda había una hilera de salas de conferencias y despachos, de manera que los habitantes de la vieja torre disfrutaban de cierta independencia, lo cual confería a estos aposentos una gran popularidad entre los estudiantes más aplicados. Así eran los tres estudiantes que las ocupaban ahora. Abercrombie, Smith, en el piso superior, Edward Vellingham, en el intermedio, y William Monkhouse, Lee, en el inferior. Eran las diez en punto de una noche clara de primavera, y Abercrombie, Smith, descansaba en su sillón con los pies apoyados sobre el guardafuego y la pipa de gelatina entre los labios. Al otro lado de la chimenea, en un sillón similar y en actitud igualmente cómoda, descansaba su viejo amigo de escuela, Geoffrey Hastie. Los dos hombres vestían traje de franela, pues habían pasado la tarde en el río. Pero aparte de los trajes,

Comentarios de EL LOTE NUMERO 249 6g24s

Apoya a este programa para poder participar en la conversación.
Te recomendamos
Ir a Arte y literatura