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Lectura diaria del Evangelio y meditacion. P.J.Sie
Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Lunes, 2 de junio de 2025. Padre Javier Siegrist

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4/6/2025 · 20:05
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Lectura diaria del Evangelio y meditacion. P.J.Sie

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Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Lunes, 2 de junio de 2025. Padre Javier Siegrist, párroco de la iglesia del Santo Cristo de la Misericordia, de Boadilla del Monte (Madrid) l5sv

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Ven, Espíritu Santo, inflamas nuestros corazones en las ansias redentoras del corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío, Jesucristo, por el corazón inmaculado de María me consagra tu corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.

Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Bispo y sus intenciones, por nuestro párdoco y sus intenciones, oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en plena miseria de afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra todo mi ser, ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén. Nuestros señores apóstoles, ruega por nosotros. Vamos a contemplar este manjero que la iglesia nos propone para el día de hoy, para seguir avanzando, en ese suspirar por el Espíritu Santo, pedir que venga a nosotros el Señor, la tercera persona de la Trinidad.

Dice, así la oración colecta, derrama Señor sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras.

Se nota claramente que hay un cambio. Todo el tiempo de Pascua era que podamos alcanzar las alegrías del cielo, que enviábamos según la vida eterna que ha comenzado ya, tenemos gracias por el bautismo y tal. Era todo valorar la grandeza del don que se nos ha dado en esa vida eterna recibida por el bautismo, que ha comenzado ya y que aspirábamos a una plenitud.

Pero si nos fijamos ahora, que comienza lo que a mí me gusta llamar el adviento del Espíritu, ya no es eso, ahora ha cambiado, ahora es derrama Señor sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Ya no es pensar en el tiempo final, en la victoria final, en la alegría final, en la vida en plenitud, todas esas cosas que decíamos antes, ahora es derrama Señor tu Espíritu. Ven Espíritu Santo.

Es pedirle al Señor que seamos revestidos de la fuerza de lo alto, que decía en el Evangelio de ayer de la Ascensión, igual que la primera lectura. Aguarda que se cumpla la promesa de mi Padre. ¿Cuál es la promesa? Derrama sobre vosotros el Espíritu Santo. Está en Joel, están los distintos profetas, que el Señor quiere revestir con el Espíritu Santo. Entonces es una súplica, derrama Señor sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque nosotros no podemos.

Es que es evidente que nosotros no podemos. Nosotros anhelamos vivir la vida en plenitud, nosotros deseamos vivir la dignidad de los hijos de Dios, pero no podemos. Se nos hace muy cuesta arriba y el pecado nos seduce, pero hasta irracionalmente y lógicamente, es lo que dice San Pablo, veo el bien que quiero y no lo hago y hago el mal que no quiero. Es así y eso nos pasa a todos. No hacemos el bien que queremos y hacemos el mal que no queremos.

Y le decimos al Señor, derrama sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo para que podamos cumplir fielmente siempre tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Porque por nosotros mismos es que no podemos, es que nos encantaría, pero no podemos, no podemos. Percibimos escandalizados de nosotros mismos un deseo irrealizable, porque lo queremos, claramente lo queremos, pero no lo terminamos de hacer.

Dice en el Evangelio que la iglesia nos propone para el día de hoy, Jesús dice a sus discípulos, le dicen sus discípulos, ahora sí que hablas claro y no dices ninguna parábola, sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte, por eso creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió, ahora creéis, mirad que llega la hora y ha llegado ya, en que os dispensaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo, pero no estoy solo, pues el Padre está conmigo.

Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación, pero ánimo, yo he vencido al mundo. Es el final del discurso de despedida de Jesús con los discípulos, antes de meterse en lo que es la oración sacerdotal, que iremos viendo, supongo, durante toda la semana, pero como digo, es las últimas palabras que Jesús habla a los discípulos, sereno, antes de la pasión. ¿Qué les dice? Pues estas cosas, ellos le dicen...

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