
Jueves de la 5ª semana de Pascua ( ciclo C ) 513c5v
Descripción de Jueves de la 5ª semana de Pascua ( ciclo C ) 4f1wo
Reflexión de Mons. José Ignacio Munilla sobre el evangelio del jueves de la 5ª semana de Pascua. 4h5y4x
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Jueves de la quinta semana de Pascua.
El Evangelio es Juan 15, versículos del 9 al 11.
Muy breve, pues, tan solo tres versículos.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos, como el Padre me ha amado, así os he amado yo.
Permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.
Lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud.
Recordaréis que en el Evangelio de ayer, que se iniciaba la parábola de la vid y los armientos, subrayábamos que se repetía por siete veces el verbo permanecer.
Hoy todavía, que se continúa ese Evangelio, se repite tres veces más, permanecer en el amor de Cristo.
¿Y cómo se permanece en el amor de Cristo? Hoy lo dice con contundencia.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.
Esta afirmación, que hay que cumplir los mandamientos para permanecer en el amor de Dios, nos puede chirrear en nuestra cultura, porque estamos en una cultura muy sentimentalista, muy emotivista, en la que no se entiende bien qué es el amor, y además somos muy refractarios, muy críticos con el sentido de la autoridad, y eso de que el amor se exprese en que Dios nos mande cosas, o que nosotros las obedezcamos, no lo terminamos de entender, no nos percatamos de que es una infinita misericordia de Dios, el que Él nos muestre su camino para llegar a Él, para llegar al cielo, para vivir en santidad, no nos damos cuenta de eso.
Cuando san Agustín dijo aquella famosa frase, que muchas veces se entiende fatal, eso de ama y haz lo que quieras, que es una frase de san Agustín, en realidad él era consciente de que si uno ama a Dios, lo que él quiere es la voluntad de Dios, no quiere otra cosa, es que no se puede amar a Dios sin querer su voluntad, amar a Dios no es un amor abstracto, es un amor concreto, es amar su voluntad, amar sus mandamientos, amar su camino, ese es el verdadero amor a Dios, por eso pedimos la gracia de ser fieles al amor de Cristo, abrazando sus mandamientos, abrazando su voluntad, que es infinitamente salvífica para cada uno de nosotros.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
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