
Jueves de la 3ª semana de Pascua ( ciclo C ) 3f1l6e
Descripción de Jueves de la 3ª semana de Pascua ( ciclo C ) x356m
Reflexión de Mons. José Ignacio Munilla sobre el evangelio del jueves de la 3ª semana de Pascua. 1t6e
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Jueves de la tercera semana de Pascua. El Evangelio es Juan 6, 44-51. Me voy a fijar especialmente en la primera parte del Evangelio. En aquel tiempo dijo Jesús al gentío, nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas, serán todos discípulos de Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios, ese ha visto al Padre. Fijémonos especialmente en la primera expresión, nadie puede venir a mí, dice Jesús, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Es una expresión que por una parte nos introduce en la teología de la Trinidad y nos habla de la unidad que hay entre la voluntad del Padre y del Hijo.
Pero esta expresión, nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, esta expresión también nos adentra en el misterio de la gracia, en la teología de la gracia. Recordemos que San Agustín se le llamó el maestro de la gracia porque él combatió especialmente la herejía pelagiana, que decía que el hombre puede salvarse sin la gracia de Dios, por su fuerza de voluntad, obedeciendo los mandamientos de Dios por su fuerza de voluntad.
Entonces para San Agustín era muy importante este versículo que estamos comentando, nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre, es decir, que ese ser atraído significa que Dios mueve nuestro corazón, respetando nuestra libertad, pero él mueve nuestro corazón. No es una atracción forzada, sino un mover el corazón por amor. Dios atrae de modo que el alma quiera ella venir a Cristo. La gracia de Dios es eficaz, pero no es violenta, no violenta nuestra libertad.
No somos atraídos por la fuerza, sino por una invitación interior por la que la voluntad humana tiene gusto por el bien divino. Dios no fuerza, sino que mueve a amar lo que es verdaderamente bueno, es decir, amar a Cristo. En esta expresión, nadie viene a mí si mi Padre no lo atrae, no se elimina la libertad humana, sino que se destaca la necesidad de la gracia de Dios en el proceso de la fe.
Dios atrae pero no arrastra, persuade pero no impone, nos llama por la enseñanza y nos da su gracia para que podamos responder. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
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