
"JACK PARSONS: Ciencia, Magia y Conspiraciones | Historia de un Genio Desconocido" VOL.II 4v1i2f
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Jack Parsons fue un hombre de extraordinario talento, conocido por su trabajo pionero en la cohetería y su influencia en el desarrollo de la tecnología espacial. Sin embargo, su vida estuvo marcada por algo mucho más intrigante: una profunda inmersión en el ocultismo y las filosofías esotéricas, especialmente la magia de Aleister Crowley y la organización Thelema. A lo largo de su vida, Parsons logró fusionar estos dos mundos de manera única, mezclando la ciencia con lo sobrenatural. https://youtu.be/aMKhj4YMLVM A medida que avanzaba en su carrera, las tensiones entre su vida científica y sus creencias ocultistas comenzaron a generar conflictos personales y profesionales. Su relación con figuras como L. Ron Hubbard, fundador de la Cienciología, lo llevó a participar en una serie de eventos que pondrían a prueba tanto su carácter como su carrera. Pero el misterio de su vida no terminó con sus contribuciones a la tecnología de misiles y cohetes; su muerte en 1952, en una explosión aparentemente accidental, ha sido objeto de numerosas teorías. ¿Fue un suicidio? ¿Un asesinato? ¿O una explosión relacionada con rituales esotéricos? Este video explora la vida fascinante de Parsons, su influencia en la ciencia, el ocultismo y las teorías de conspiración que rodean su trágica muerte. Acompáñanos en este recorrido por la historia de un hombre cuya curiosidad y ambición lo llevaron a explorar los límites de la realidad, la ciencia y el misterio. Suscríbete, dale like y comparte si te apasiona el misterio y la historia. 🔘 LIKE ✔ 🔘 SUBSCRIBE ✔ 🔘 COMMENT ✔ 🔘 SHARE ✔ ╔══╦╦╦╗╔══╦═╦═╦╦╗╔═╦══╦═╗ ║══╣║║╚╣══╣╔╣╬╠╣╚╣╦╩╗╔╣╦╝ ╠══║║║╬╠══║╚╣╗╣║╬║╩╗║║║╩╗ ╚══╩═╩═╩══╩═╩╩╩╩═╩═╝╚╝╚═╝ ¡Acompáñanos en esta emocionante exploración de los secretos ocultos! #JackParsons #CienciaYMagia #ElMisterioDeParsons #Thelema #AleisterCrowley #Cienciología #Conspiraciones #HistoriaDeCiencia #Ocultismo #MisteriosNoResueltos #HistoriaDeLaCohetería #ExplosiónMisteriosa #ParsonsYHubbard #MisterioEnLaCiencia https://www.facebook.com/profile.php?id=100094248581300 https://www.pinterest.es/estudioalejandria/ https://www.instagram.com/estudioalejandria/ https://www.tiktok.com/@estudioalejandria MERCHANDISING: https://estudioalejandria-shop.fourthwall.com A MEMBRESIA: https://www.youtube.com/channel/UC-mXS6bcEuWwgmUZWes5Q4A/ 4z6x2y
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A medida que el entusiasmo por la cohetería crecía entre los del Grupo Balsit, también lo hacía la necesidad de conseguir fondos para continuar con sus experimentos.
Fue entonces cuando el siempre perspicaz Teodore von Karman sugirió una estrategia más diplomática, en lugar de hablar de «cohetes», un término que en la comunidad científica aún se asociaba más con la ciencia ficción que con la ingeniería seria. Recomendaron usar «propulsión a chorro».
Frank Malina, el más diplomático del trío, tomó la iniciativa y se dirigió al Comité de Investigación del Cuerpo Aéreo del Ejército, vinculado a la Academia Nacional de Ciencias.
La jugada resultó acertada. El ejército estaba interesado en desarrollar sistemas que permitieran a los aviones despegar más rápidamente, especialmente en lugares donde el espacio para una pista convencional era limitado. Así fue como surgió el interés en el despegue asistido por Chorro, o Hato por sus siglas en inglés. Con esto en mente, el grupo recibió una primera financiación de mil dólares para preparar un informe de viabilidad.
No parecía mucho, pero fue un gran paso. Por primera vez, un grupo de investigación de cohetes estaba oficialmente respaldado por el gobierno de Estados Unidos. Desde 1934, además de sus proyectos principales, el equipo también había estado jugando, literalmente, con modelos de cohetes multietapa impulsados por pólvora negra.
Parsons, con su intuición explosiva y su pasión por los extremos, se encargó de presentar un trabajo al Instituto Americano de Aeronáutica y Astronáutica, AIA, en el que informaba que esos modelos alcanzaban velocidades de hasta 7.875 km por hora. Nada mal para juguetes con combustible sólido, especialmente considerando que muchos expertos seguían apostando por los líquidos, como hacía el famoso Robert Goddard.
Este hallazgo no solo mostró el potencial de los combustibles sólidos, sino que también ayudó a que Caltech y el grupo recibieran una subvención adicional de 10.000 dólares para continuar sus investigaciones. Claro que, con cohetes de por medio, los accidentes eran inevitables. Una parte considerable del presupuesto tuvo que destinarse a reparar los daños que sus experimentos causaban en las instalaciones de Caltech. Aun así, en junio de 1940, presentaron su informe final al Comité de la NASA, en el que demostraban con datos que el Proyecto Hato no solo era viable, sino prometedor.
Solicitaban 100.000 dólares para continuar, pero recibieron apenas una quinta parte de esa suma, 22.000 dólares. No era lo que esperaban, pero era suficiente para seguir adelante.
Mientras su trabajo comenzaba a cobrar forma y ganaban autoridad, también comenzaban a ser vistos con recelo por otros científicos de Caltech. Las explosiones accidentales, el ruido constante y el olor a combustible no eran exactamente lo que se espera de un campus universitario tranquilo. Así que, ante la presión creciente, el grupo se vio obligado a empacar sus herramientas y trasladarse otra vez a Arroyo Seco, un paraje más apartado que les ofrecía la libertad y la seguridad que necesitaban.
Allí, entre cobertizos de metal sin ventilación, rodeados de polvo, herramientas improvisadas y entusiasmo inagotable, nació lo que más tarde sería conocido como el Jet Propulsion Laboratory, el famoso JPL. Ese mismo año, en agosto de 1940, los experimentos de cohetes encabezados por Parsons y Forman captaron la atención de la prensa nacional. Popular Mechanics los llevó a su portada, presentándolos como pioneros que no sólo estaban ayudando a los aviones a despegar más rápido, sino también soñando en grande, con llegar más allá de la atmósfera terrestre, alcanzar la órbita e incluso pisar la luna.
Lo que para muchos era un fantasía, para ellos era sólo una cuestión de tiempo. Con el proyecto JATO en marcha, el pequeño pero apasionado grupo de visionarios recibió un empujón importante.
Se sumó a ellos el matemático Martín Sumerfiel, de Caltech, cuyo talento aportaría un enfoque más técnico y refinado al proyecto. Además, llegaron 18 nuevos trabajadores enviados por la istración de Progreso de Horas, parte del esfuerzo federal por dar empleo durante la Gran Depresión. Con más manos disponibles y cerebros brillantes en la sala, el equipo estaba listo para avanzar. Pero no todo era entusiasmo e ideas explosivas. El FBI, que seguía de cerca cualquier actividad con potencial militar, y más aún si implicaba pólvora y cohetes,
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