La fiera de mi niña (1938) KATHARINE HEPBURN / CARY GRANT / HOWARD HAWKS / Comedia / Cine Clásico 5rpp

La fiera de mi niña.

Museo de Historia Natural.

Buenos días, señorita Shallow.

¿Qué pasa? El doctor Huxley está meditando.

Liz, creo que este hueso pertenece a la cola.

Ayer intentaste unirlo a la cola y no encajaba.

Sí, es cierto, lo intenté.

Oh, David, un telegrama para ti de Utah.

Es de la expedición.

Oh, ¿de la expedición? Hablo, oh, bajo enseguida.

¡La encontraron! ¡Por fin la encontraron! ¿La clavícula intercostal? ¡Ah, nos la envían! ¡Y llegará aquí mañana! Déjame leerlo.

Oh, qué gran noticia, profesor.

La clavícula es el último hueso que necesitábamos para completar el brontosaurus y llegará aquí mañana.

Después de cuatro años de trabajos.

Enhorabuena, muchacho.

Es maravilloso, aún no puedo creerlo.

¡Oh, David! Este no es momento ni lugar para infusiones.

¿Qué pensará el profesor Latouche? Bueno, van ustedes a casarse mañana.

Sí, lo sé, pero...

Oh, sí, es verdad, nos casamos mañana.

Es curioso, dos cosas tan importantes en el mismo día.

Sin duda es una fecha que hay que celebrarla.

Descuide, profesor, nosotros nos marcharemos en cuanto nos hayan casado.

¿Marcharnos? ¿Pero en qué piensas? Después de haber recibido este telegrama...

Lo habíamos decidido.

En cuanto nos hayamos casado, tú regresarás aquí a continuar tus trabajos.

Alice, compréndelo.

No olvides que nada debe interferirse en tu vida profesional.

No.

Nuestro matrimonio no supone compromisos domésticos de ninguna clase.

¿Qué quieres decir con eso? ¿Está claro, no crees? Oh, sí, sí, de ninguna clase, pero...

¿Eso... eso incluye también a los hijos? Exacto.

Este será nuestro hijo.

¿Eh? Sí, David, nuestro matrimonio será una continua dedicación a tu trabajo.

Bien, pero, Alice, todo el mundo disfruta de su luna de miel y...

No tendremos tiempo.

Oh...

Ah, por cierto, tienes una cita esta tarde.

¿De veras? ¿Y con quién? Juegas al golf con el señor Peabody.

¿Peabody? ¿Qué Peabody? Alexander Peabody.

Representa a la señora Carleton Randolph.

¿Quién posiblemente done un millón de dólares al museo para terminar este trabajo? Oh, sí, el señor Peabody, sí, un millón de dólares.

Muy amable el tal Peabody, ¿verdad? Pero aún no lo has conseguido.

No, no.

Y permite que te recuerde que todo depende de la impresión que le causes.

Oh, sí, descuida.

Después de haber recibido esto, me siento en forma.

Será un muñeco en mis manos, acabaré con él.

David, frena tus impulsos, recuerda quién eres.

Sí, claro.

Y ahora vete, no debes hacerle esperar.

Bien, adiós, Alice. Adiós, propio Peabody.

No toques los palos de golf.

Adiós.

Y recuerda que debes dejar ganar al señor Peabody.

Sí, cariño, así lo haré.

Oh, adiós.

¿No se imagina usted, señor Peabody, lo que esa donación significaría para el museo y para mí? Si me diera usted alguna seguridad, solo la pequeña garantía de que piensa en nosotros antes que en nadie para donar ese millón de dólares, se lo agradecería.

Doctor Huxley, creo que está usted mal informado.

Yo no tengo un millón de dólares, solo represento a la posible donante, la señora Random, de quien soy su consejero legal.

Oh, sí, lo olvidaba.

Bien, señor Peabody, en ese caso, le agradecería mucho que usara de su influencia con la señora Random.

Doctor Huxley, cuando juego al golf, solo hablo de golf, y eso entre tirada y tirada.

Oh, claro, perdóneme.

Podemos seguir esta conversación al final de la partida y mientras tomamos un whisky.

Sí, eso está bien.

Ahora creo que debería usted ir en busca de su pelota.

Oh, es cierto.

Bien, vuelvo enseguida, señor Peabody.