Faltaba (+) #89 7124f

Desde Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, República Argentina.
Transmite LRI 209, Radio Mar del Plata.
Afiliada a ARPA,
Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas.
Ya comienza, faltaba más,
como todos los domingos yo me planto en el día nueve en el mar.
Cuando a las seis de la tarde escucho a Radio Auras, faltaba.
Muy buenas tardes, bienvenidos a un programa muy especial.
Hoy es el último del año,
nos encontramos acá a punto de despedir un ciclo.
La tercera temporada de Faltaba Más
y abrir la puerta a un nuevo capítulo
lleno de desafíos y sueños por cumplir.
Así comienza, entonces, Faltaba Más.
En el U9, Radio Mar del Plata.
¿Cómo están? Soy Ray Laurat y durante las próximas horas
estaremos compartiendo con ustedes música, relatos,
reflexiones y todo lo que ha marcado este año que se va.
Y no solo vamos a mirar hacia atrás, sino también hacia adelante,
porque hoy, más que nunca,
es el momento perfecto para cerrar el ciclo
con gratitud y esperanza esta tercera temporada
y dar la bienvenida a todo lo que vendrá.
Bienvenidos, entonces,
y que comience este último programa de 2024.
Y dicho esto, vamos rápidamente a presentar el equipo
a cargo de la operación técnica y la puesta en el aire
de nuestro querido Pepe Corvo, aquí José Corvo,
haciéndonos el aguante en este último programa.
Y a cargo de la producción, y hoy desde Tandil,
nuestra querida Nené Lanzón, con quien vamos a hablar en un rato,
que me preguntan mucho,
¿qué pasa con Nené?
Está pasando la fiesta de allí en Tandil, ¿sí?
¿Y qué les parece a ustedes si, sin más preludios,
de esta manera nos introducimos en la primera historia?
El sol de la mañana,
caída suave sobre las calles de Lobería,
un pequeño pueblo en la provincia de Buenos Aires,
conocido por su tranquilidad,
sus campos interminables y su cercanía al mar.
Y Jorge y Mariana decidieron hacer una escapada de fin de semana
a este lugar, lejos del ruido y las prisas del cotidiano urbano.
Lobería, un lugar ideal para desconectar.
Cuando llegaron, el aire fresco les dio la bienvenida.
La sensación era distinta a la que habían experimentado
en la ciudad, donde el cemento y los edificios
se apoderaban del horizonte.
Aquí los campos se extendían hasta el infinito
y el cielo parecía más grande, como si lo pudieran tocar.
El alojamiento que habían elegido era una pequeña casa de campo,
alquilada a una familia que vivía a las afueras del pueblo.
Con una construcción de adobe y techo a dos aguas,
el patio lleno de flores y plantas
ofrecía vistas abiertas a las colinas de pasto verde.
¿Te das cuenta lo que es estar tan lejos del caos?,
dijo Jorge, mientras dejaba la mochila sobre el sofá
y se asomaba por la ventana.
Mariana se tumbó en la cama cerrando los ojos por un momento.
Sí, es como si todo tuviera otro ritmo, dijo.
Todo es más tranquilo, más pausado.
La tarde comenzó a caer
y el aire fresco de la provincia se tornó algo más fresco.
Decidieron salir a caminar por el pueblo,
por la plaza central de Lobería,
con sus bancos de madera y los árboles centenarios
que creaban un refugio bajo la sombra.
La gente los miraba con curiosidad.
Aquí los habitantes de Lobería
parecían observarlos con una amabilidad genuina.
Y, a medida que caminaban,
Jorge y Mariana notaron algo peculiar.