EXPEDIENTE EXPRESS #22: Carl Eder | Un Alma Insalvable 2qu4l

Estás escuchando los Expedientes Express de Investigadictos, con Nacho Jiménez.

En una gélida noche de octubre de 1958, un muchacho alto y delgado de apenas 15 años, desciende desde la ventana de su dormitorio en la planta superior de una vivienda suburbana de Rochester, Nueva York. Su nombre es Carl Eder. El muchacho ha dado una cuerda al marco de la ventana y, procurando no hacer mucho ruido, se desliza hacia la oscuridad, perdiéndose así entre las sombras del vecindario como si nunca hubiera estado allí. Carl, el joven Carl, se ha escapado de casa.

Durante las siguientes semanas, Eder se convierte en una especie de fantasma que atraviesa el país con el pulgar extendido, haciendo autostop de un estado a otro, hasta alcanzar finalmente la costa del Pacífico y los alrededores de San Diego. Todo sea dicho, no es un adolescente cualquiera. Procede de una familia trabajadora de inmigrantes alemanes y sabe de carpintería, y de hecho ha aprendido el oficio junto a su padre fabricando muebles. A pesar de ser prácticamente un niño de aspecto, es ya un auténtico maestro en la materia. Sin embargo, en California su edad se convierte en un obstáculo.

Es demasiado joven como para que alguien le tome en serio y le contrate. De hecho, no le dejan siquiera que demuestre sus habilidades, que no son pocas. Desesperado por conseguir una solución que le permita trabajar, cruza la frontera hacia Tijuana, México, y logra que en un taller le falsifiquen un carné de identificación. Sale de allí con un nuevo nombre, Charles Harrison. Con este nuevo documento en su bolsillo, regresa a San Diego con la esperanza de que este falso alias le abra las puertas que se le han cerrado hasta entonces.

Sin embargo, el destino tan solo le reserva otra noche más al raso, pasando frío durmiendo en la calle, y otra, y otra más. Incapaz de encontrar empleo, se refugia como puede en un viejo almacén de abrigos del Mission Beach Ballroom. Es en este refugio improvisado donde se cruza por primera vez con Tom Pendergast, un hombre de casi 40 años que ve en ETHER algo más que un chico perdido, se ve a sí mismo. Tom Pendergast ha recorrido su propio camino de errores y consecuencias.

En su adolescencia pasa bastante tiempo en un reformatorio tras ser sorprendido al volante de un coche robado con sus amigos. Esta experiencia, sin embargo, no lo vuelve en contra del mundo, no lo convierte en un renegado, en una persona que quiere cometer más delitos para vengarse de lo que le rodea, sino más bien al contrario.

Tom se convence de que tiene una misión en la vida, sacar del barro a otros tantos jóvenes como él antes de que se queden atrapados para siempre en el mundo de la delincuencia. A lo largo de los años Tom abre las puertas de su casa, ubicada en El Cajón, al este de San Diego, a varios muchachos perdidos.

Los alimenta, les ofrece techo y les enseña a buscar un trabajo, integrándolos además en su vida familiar junto a su esposa y sus hijos. Todo sea dicho, su labor no siempre tiene un final feliz. En una ocasión, de hecho, uno de los chicos le roba y desaparece sin dejar rastro. Sin embargo, nada de esto hace que Tom se rinda.

Al fin y al cabo considera esta labor como una especie de deuda que tiene con Dios, su propósito en la vida. Y así es como, en una de estas noches especialmente tempestuosas, con la lluvia golpeando el parabrisas sin parar, Tom regresa del trabajo y se encuentra al borde de la autopista con un adolescente con la cara marcada por el acné. Se trata del vivo retrato de la pubertad. Es Karl Eder haciendo autostop.

Tom se detiene. Intuye que el chico está en ese umbral que le separa tan solo unos pasos de llevar una vida peligrosa, de condenarse para siempre.