Episodio 189 - El #bebop no es otra cosa que el bebop. 272r45

Onda Terral presenta El Rincón del Jazz, un programa presentado y dirigido por José López.

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Hey, ¿qué tal? Bienvenido, bienvenida a tu rincón favorito, tu rincón del jazz. O eso espero. Hemos hablado aquí, en El Rincón del Jazz, de un montón de estilos, de formas, de fraseos, de improvisaciones. Pero de todos esos estilos, subestilos, tramas y transformaciones que tiene esto del jazz, el único cuyo nombre no significa nada de nada es El Vivo.

En el programa 39, ya ha llovido bastante, y no tanto como nos gustaría, hablamos de la historia del vivo. Si nos atenemos a las definiciones del diccionario, que a veces lo hago, ni siquiera es una onomatopeya. Vivo. ¿Cómo imitar con dos sílabas el sonido de este estilo de jazz tan intrincado, tan complejo, que inauguró la era de la dificultad en el jazz? ¿Es posible afirmar, parafraseando a Borges o a Platón, que en el nombre está el arquetipo de la cosa? ¿Y que en las cinco letras de la palabra vivo está todo el vivo? Todo Charlie Parker.

Todo Dizzy Gillespie. Las bombas de precisión de la batería de Max Ross. Los veloces descensos en tobogán de Bud Powell. O las filigranas de Charlie Christian. Y, cómo no, los temperamentales desvíos de Charles Mingus y de Thelonious Monk. En ese sentido, la denominación corre con ventaja, porque al carecer de significado, al ser un ejemplo perfecto del sinsentido, hoy en día, el vivo no es otra cosa que el vivo. Y de eso vamos a hablar hoy, de vivo. Más que hablar, te voy a poner bastantes ejemplos.

Ya lo sé, hemos hablado muchas veces de vivo, y casi todo lo que suena aquí es vivo. Y siempre es buen momento, y a veces no hace falta excusa, para escuchar estas grandes piezas de la historia de la música, ¿no crees? Por ello, dicen que fue, y es, uno de los estilos más influyentes y revolucionarios del jazz. Y fascinante, por un montón de razones, que te contaré al final. Por eso, el vivo no es otra cosa que el vivo. ¡Comenzamos! Y comenzamos nombrando a algunos etimólogos, que dicen que antes el vivo era una de las maneras de referirse al scat, ese canto sin palabras, típico del jazz y popularizado por los vertiginosos tarareos de la fígera, y del cual hicimos un programa especial.

El primer registro documentado de la aparición del vocablo es una oscura grabación de 1928, de un tema titulado Four of Five Times, a cargo de los McKinney Cotton Pickers, una de las bandas más importantes del early jazz. Ocho años más tarde reapareció en una grabación del trombonista swing Jack Thergarden, y casi simultáneamente en un blues de Robert Brown, más conocido como Washboard o Tabla de Lavar.