Ep. 43: Entre algoritmos, apagones y conspiraciones dj2y

La actualidad se compone de múltiples capas que se entrelazan y afectan entre sí. Desde las tensiones geopolíticas hasta los avances científicos, cada noticia refleja un fragmento del tiempo en que vivimos. En un solo vistazo a los titulares recientes encontramos un recorrido que va desde la diplomacia china en el conflicto de Ucrania hasta la posible transformación urbana de Astana con inteligencia artificial.

También emergen sombras inquietantes, como el asesinato de una ciudadana singapurense en España o el escándalo de certificados de defunción falsificados en Japón. Y entre todo esto, la economía y la tecnología siguen marcando el pulso de las naciones. Beijing, por ejemplo, apuesta por un incremento del gasto público para fomentar la innovación, mientras que una variedad de arroz modificada genéticamente podría cambiar el paradigma de la nutrición y la salud cardiovascular.

El mundo de la política internacional ofrece un tablero donde se mueven piezas con precisión estratégica. China, en su rol de potencia ascendente, refuerza su posición como actor indispensable en el conflicto ucraniano. Wang Ji, su principal diplomático, llevó un mensaje al G-20 que abogaba por el diálogo sobre la confrontación. La postura china no es nueva.

Desde el inicio de la guerra ha oscilado entre la neutralidad y el apoyo implícito a Rusia, buscando al mismo tiempo mantener relaciones con Occidente. En esta ocasión, su discurso apuntó a un rol constructivo, una expresión lo suficientemente amplia como para dejar abiertas múltiples interpretaciones. Lo cierto es que Beijing observa con atención la situación en Ucrania, no solo por su impacto en la seguridad global, sino por las lecciones que puede extraer para su propia estrategia en el Indo-Pacífico.

Mientras tanto, la influencia china también se extiende al continente americano. Panamá y Pekín han respondido con firmeza a los comentarios de Donald Trump, quien sugirió que China podría tomar control del canal interoceánico. La respuesta de la istración panameña fue clara. El presidente José Raúl Mulino ordenó a su gabinete no discutir lo que calificó de mentiras, mientras que China reiteró su postura de que su relación con Panamá se basa en la cooperación y no en el dominio.

Pero las palabras no siempre disipan las dudas. Washington observa con inquietud la creciente presencia china en América Latina, una región históricamente considerada bajo su esfera de influencia. Empresas estatales chinas tienen inversiones estratégicas en infraestructuras clave en varios países, y el canal de Panamá, por su importancia geopolítica, es un punto de fricción en la disputa por el dominio comercial y marítimo.

Más allá de la política, la economía sigue siendo el motor que mueve el mundo. China está lista para superar su tradicional techo de déficit del 3% y elevarlo al 4%. La diferencia de un punto porcentual puede parecer menor, pero en términos absolutos representa una inyección millonaria en la economía. La intención del gobierno es clara.

En tiempos de incertidumbre global y de desafíos internos, el país necesita mantener el impulso del crecimiento, y el sector tecnológico es una prioridad. La innovación es el arma de la nueva competencia entre potencias, y China no está dispuesta a quedar rezagada. La inteligencia artificial, la computación cuántica y la biotecnología son áreas donde busca liderar.

Dentro de este marco, el caso de AstraZeneca ofrece una perspectiva interesante. La farmacéutica, que en algún momento enfrentó críticas dentro de China, parece estar recibiendo un trato más favorable. Pekín ha extendido lo que algunos ven como una rama de olivo, un gesto que no se puede negar.