EDITORIAL DEL PROGRAMA LQA DIVISA DEL LUNES 19 MAYO 2025. SOBRE EL PRIMER TRAMO DE SAN ISIDO. POR PJCÁCERES 4k352w

El viernes día 9 comenzó Concilio San Isidro 2025 que dictará la sentencia cara a la temporada y empezó con fumata blanca y puerta grande de talavante, una salida en hombros, justa, intérpretese como justicia o justeza según se mire. Ortega sigue sin suerte, ni buscarla, y confirmó que quiere y puede ser torero un valentísimo clemente que cayó muchas bocas, lo mismo que Víctor Hernández el sábado, tarde en la que David Galván, como Pereira el domingo, mostraron su dimensión grande como toreros y la ruina de sus espadas. A Servidor no gustó mucho la aptitud y actitud de Gilén Marín, pero es que este torero me gusta desde novillero.

Y esta semana pasada comenzó, tras la jornada de descanso habitual de los lunes, con la novillada del martes que nos dejó un Aarón Palacios para tener en cuenta, ya lo sabíamos.

Aarón Palacios ayer se entretuvo en cortar dos orejas en la Maestralza de Sevilla en la apertura de las novilladas de abono. Bien, en San Isidro prosiguió miércoles y jueves que fueron días de inestabilidad climatológica y de pobres encierros, salvo ejemplares. Uno y unió que salvaron, uno y uno, que salvaron la dignidad de sus bacadas. Uno de Pedraza y otro de José Enrique Fraile de Valdefresno. El de Pedraza sirvió para que un valeroso y pundonoroso Isaac Fonseca estuviera a la altura y cortara una oreja.

Y el de Valdefresno para que Ureña perdiera una oportunidad de triunfar, y van dos, le queda la última del ciclo, la extraordinaria Inmemoria de Victorino. El viernes volvieron los noivilletes y el baile de corrales con los de Puerto de San Lorenzo y La Ventana. Los desnortados veterinarios, que junto con los presidentes son el larvanzo negro de una gran feria, protagonizaron por la mañana un descalzaperros. Tras los mastodontes de días anteriores no supieron asimilar el trapío de los toros salvantinos, pero haciendo de la necesidad virtud, los apoderados de las figuras anunciadas, no como en otras tardes, metieron derrimiendo toros de Victoriano del Río.

Y salió el toro frenoso, quinto, con armónicos 559 kilos, que tuvo la suerte, y el torero de encontrarse con él, de caer en las manos de Fernando Adrián, que protagonizó una labor a la altura del bravo, tal que se quedó en puertas, valga la redundancia, de la puerta grande por culpa de la espada. Le quedan dos tardes más, pero demostró estar con la hierba en la boca, caso contrario de Manzanares y Pablo Aguado, estancados en sus diferentes personalidades.

Y Capea, el sábado, echó una gran corrida de toros en la que Ventura tiró de genio y figura, digo figura, figurón de época para, pese a los rejones de muerte, cortar una clamorosa oreja, lo mismo que Ruy Fernández y Lavicé, en registros muy distintos a la de Ventura. Se había celebrado el viernes el Día de la Tauromaquia, pero en las ventas se puso de largo el sábado con la actuación de un ceda leal, un homenaje al clasicismo, al toro eterno, el de siempre, medido, asimilando las virtudes y defectos del toro y contundente en la estocada, oreja, posiblemente la de más peso de lo que va de feria. Y los muy esperados toros de la quinta exigieron a la terna lo mismo que la afición le exigimos más a esta corrida.

Luque muy bien, maltratado por el sector de peores aficionados del mundo que desgraciadamente estigmatiza esta plaza. Y el vino de justo tuvo que estar mejor con un lote posible.

Miren señores, y así está el patio cuando llevamos un tercio de feria. La fiesta más viva que nunca, llenos, no hay billetes, la entrada más floja, tres cuartos de plaza y la fiesta está más viva que nunca, incluido el relevo generacional protagonizado por la numerosa juventud de los tendidos, las semanas anteriores en la mestraza y las ventas. Urtasun y su rey ladran, luego la tauromaquia, los otros no.