E404│Dios, mi Dios - Abraham Peña M. │07 may 2025 │ 5d5e5y

Iglesia Filadelfia JB, perfecciona tu vida con la Palabra de Dios.

Vamos a abrir la Palabra de Dios en el libro de Salmos en el capítulo 63 y vamos a leer los versículos del 1 al 8.

Por favor acompáñame, voy a leer la versión Reina Valera del 60 y dice así.

Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela.

En tierra seca y árida, donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria.

Así como te he mirado en el santuario, porque mejor es tu misericordia que la vida, mis labios te alabarán.

Así te bendeciré en mi vida, en tu nombre alzaré mis manos.

Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará mi boca.

Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche, porque has sido mi socorro y en la sombra de tus alas me regocijaré.

Está mi alma apegada a ti, tu diestra me ha sostenido.

Cerremos los ojos y oremos, Padre hoy queremos darte muchas gracias Señor, darte gracias por la oportunidad tan hermosa que nos das de estar aquí, pudiendo recibir este mensaje de parte de ti Señor, recibir tu palabra Señor, para que podamos ser edificados Señor.

Hoy queremos darte la gloria y la honra Señor, pidiendo que tu presencia Señor sea hablándonos por medio de tu espíritu Señor, que tu Santo Espíritu redarguya nuestros corazones, nos edifique, nos alimente Señor y podamos crecer, crecer Señor y poder cada día conocerte más.

Así que hoy pedimos para que esta palabra Señor sea de bendición para cada persona que la escuche, para cada hermano, cada creyente y que todos podamos Señor ser gratamente bendecidos en este día.

Te damos toda la gloria y la honra en el nombre de Jesús. Amén y Amén.

Y como estábamos viendo, leyendo, el Salmo 63 es uno de los salmos más populares del Rey David.

Es uno de esos textos icónicos en los cuales de pronto hemos podido meditar en muchos momentos de nuestro caminar con Cristo, en los cuales hemos podido de pronto incluso aprender algunos de estos versículos, cantarlos.

Y hay algo particular con este Salmo que llamó mi atención y es la manera en la que arranca este Salmo.

Si vamos al versículo número 1 y quiero que lo puedas leer ahí conmigo, las primeras palabras de este versículo dicen así, Dios, Dios mío eres tú. Y cuando leo el título que aparece en este Salmo, cuando leemos ese título que encabeza este Salmo, me parece curioso algo y es que dice Salmo de David cuando estaba en el desierto de Juda.

Yo tal vez de pronto pensaría que las condiciones de un desierto no serían tal vez las más favorables o las más ideales más bien para escribir un Salmo, para cantar una canción. Pero aquí vemos como David despliega una serie de pensamientos, de meditaciones tan hermosas y tan maravillosas que se nos hace increíble pensar que esto fue escrito precisamente en un desierto.

Un desierto que es un lugar inhóspito, árido, donde en la mañana hace un calor insoportable y donde en la noche hace un frío congelante.

Donde no hay agua, donde no hay refugio. Es interesante cuando vemos al Rey David componiendo estas frases llenas de amor, de iración y gratitud para con el Señor. Pero en lo que yo me quiero centrar y quiero que de pronto tú puedas hacer énfasis aquí, cuando lo lees, es en las primeras palabras como lo mencioné ahorita. Volvamos a leerlas. Dice Dios, Dios mío eres tú.

Si somos muy atentos y observadores, ese Salmo contiene algo especial. Y lo especial es que no dice Dios, Dios eres tú de madrugada.

No, no, no. Aquí las palabras que resaltan en mi corazón es que.