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NOVELAS DE AGATHA CHRISTIE
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EL CONSTRUCTOR DE NORWOOD

EL CONSTRUCTOR DE NORWOOD 70121m

3/6/2025 · 01:08:29
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NOVELAS DE AGATHA CHRISTIE

Descripción de EL CONSTRUCTOR DE NORWOOD 57535w

Una vez más, el ingenio de Sherlock Holmes será clave para descubrir al verdadero culpable de un crimen. 29721w

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

El constructor de Norwood. 1903. Arthur Conan Doyle. El constructor de Norwood.

Desde el punto de vista del experto criminalista, dijo Charles Holmes, Londres se ha convertido en una ciudad particularmente aburrida desde la muerte del llorado profesor Moriarty.

—No creo que encuentre usted muchos ciudadanos honrados que compartan su opinión, respondí yo.

—Bien, bien. Ya sé que no debo ser egoísta, dijo él sonriendo mientras apartaba su silla de la mesa del desayuno. Desde luego, la sociedad sale ganando y nadie sale perdiendo, con excepción del pobre especialista sin trabajo que ve desaparecer su oficio. Mientras aquel hombre se mantuvo activo, el periódico de cada mañana ofrecía infinitas posibilidades.

Muchas veces se trataba tan sólo de una mínima huella, Waxon, del indicio más leve y, sin embargo, bastaba para que yo supiera que por allí andaba aquel magnífico y maligno cerebro, del mismo modo que el más ligero temblor en los bordes de la telaraña nos recuerda la existencia de la repugnante araña que acecha en el centro. Pequeños hurtos, asaltos violentos, agresiones sin objeto aparente. Para quien conociera la clave, todo se podía encajar de un modo coherente. No existía entonces una sola capital en Europa que ofreciera las oportunidades que Londres ofrecía para el estudio científico de las altas esferas del crimen.

Pero ahora se encogió de hombros en burlona desaprobación del estado de cosas al que tanto había contribuido él mismo. En la época de la que estoy hablando, hacía varios meses que Holmes había reaparecido y yo. A petición suya había traspasado mi consultorio y volvía a compartir con él los antiguos aposentos de Baker Street. Un joven doctor apellidado Verner había adquirido mi pequeño consultorio de Kensington, pagando con asombrosa celeridad el precio más alto que yo me atrevía a pedir.

Un asunto que no quedó explicado hasta varios años más tarde, cuando descubrí que Verner era apariente lejano de Holmes y que en realidad había sido mi amigo al que aportó el dinero. Nuestros meses de asociación no habían sido tan anodinos como Holmes afirmaba, ya que, revisando mis notas, veo que este periodo incluye el caso de los documentos del expresidente Murillo y también el escandaloso asunto del vapor holandés Friesland.

Que estuvo a punto de costarnos la vida a los dos. Sin embargo, su carácter frío y orgulloso rechazaba por sistema todo lo que se pareciera al aplauso público y me hizo prometer, en los términos más estrictos, que no diría una sola palabra sobre él, sus métodos o sus éxitos. Una prohibición que, como ya he explicado, no levantó hasta hace muy poco.

Tras expresar su excéntrica protesta, Sherlock Holmes se arrellanó en su sillón y estaba desplegando el periódico de la mañana con aire despreocupado, cuando a ambos nos sobresaltó un tremendo campanillazo en la puerta, seguido de inmediato por un fuerte repiqueteo, como si alguien estuviera aporreando con los puños la puerta de la calle.

Cuando ésta se abrió, oímos una ruidosa carrera a través del vestíbulo y unos pasos que subían a toda prisa las escaleras. Un instante después irrumpía en nuestra habitación un joven excitadísimo, con los ojos desorbitados, desmenenado y jadeante. Nos miró primero al uno y luego al otro, y al advertir nuestras miradas inquisitivas cayó en la cuenta de que debía ofrecer algún tipo de excusas por su desaforada entrada. —Lo siento, señor Holmes, exclamó. Le ruego que no se ofenda. Estoy a punto de volverme loco. Señor Holmes, soy el desdichado John Héctor Macfarlane.

Hizo esta presentación como si sólo con el nombre bastara para explicar su visita y sus modales, pero por el rostro impasible de mi compañero me di cuenta de que aquello le decía tan poco a él como a mí. —Tome un cigarrillo, señor Macfarlane, dijo Holmes, empujando su pitillera hacia él.

—Estoy seguro de que...

Comentarios de EL CONSTRUCTOR DE NORWOOD 1h25v

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