Codex Draconis 36 - A Gest of Robin Hood y los leotardos verde pepino 5w1v2f

Sargento Rufus, este criminal, este demonio del follaje, tiene que ser detenido.

¿El que roba a los ricos y da a los pobres? ¿O ese que le pone sal al vino en la taberna del bosque? El que roba a los ricos y le da a los pobres, Rufus.

El que nos tiene más frustrados que a un mapache en una pista de patinaje.

El que vuela por los árboles como ardilla con hipoteca.

Ah, ese. Y el que usa leotardos verdes, ¿o eso dicen? Yo nunca he visto a nadie con leotardos verdes, desde que mi tía se disfrazó de pepino.

Bueno, bueno, basta de anécdotas familiares.

Este bandido tiene que ser detenido antes de que reparta más justicia con su maldita sonrisa carismática.

¿Y qué propone, señor? ¿Un plan? ¿Un señuelo? ¿Una trampa con queso cheddar? Un plan, claro que sí. Pero no un plan cualquiera. Quiero que sea un plan grande como un castillo.

¿Grande como un castillo? ¿Qué es eso? Es una estructura fuerte rodeada de murallas.

No, no un castillo, el plan. ¿Qué es un plan grande? Ah, un plan con muchas partes complicadas que interactúan entre sí, pero bueno, no perdamos el tiempo.

Páseme una pluma, Sargento Rufus, que voy a dibujar.

No es momento para dibujar, comandante. Mejor diseñe el plan este.

Es que eso es lo que voy a dibujar. Recuerda que en esta época no sabemos escribir.

¡Ya lo tengo! Nos vamos a disfrazar para ganar su confianza.

Muy buena idea, porque yo todavía tengo el disfraz de pepino de mi tía con los leotardos verdes.

¡No! Nos vamos a disfrazar de mendigos, como él.

Nos infiltraremos en su grupo de bandidos, ganaremos su confianza y ¡zas! Arresto inmediato.

Igual traiga los leotardos verdes.

Uy, eso suena arriesgado. ¿Y si me gusta la vida de bandido? Bueno, entonces te daré un ascenso al calabozo.

Justo donde tengo guardados mis leotardos verdes. Todo en caja.

¡Otra flecha en la pared! Esta tiene una nota. Dice...

Gracias por el oro y por las galletas.

Posdata, sus guardias necesitan cardio.

Yo pensaba que no sabía leer, señor.

Las letras están dibujadas.

Voy a activar la segunda parte de mi plan.

Me pondré el bigote falso y voy a hablar con acento del norte.

¿Del norte de dónde? Del norte del castillo, por supuesto.

Hablan todos como el hijo del molinero.

No, señor. Vamos a tratar por algunos sectores.

Señor, ¿y si él ya está entre nosotros? ¿Y si se disfrazó de uno de los nuestros? Eso sería ridículo.

Nadie es tan hábil con la espada.

Valiente y tiene un trasero tan firme como nuestros soldados.

¿Por qué lo dice, comandante? Porque los hago subir escaleras todos los días.

Ese es el secreto de un gran trasero.

No, no digo eso. ¿Por qué cree que el bandido no es hábil con la espada? Sargento Rufus, todo el mundo sabe que cualquier comandante debe subestimar al enemigo siempre que pueda.

Buenas tardes, nobles oficiales.

He venido a entregarme.

¿Qué? ¿Tú eres él? Sí.

He decidido retirarme.

El bosque en primavera me ha dado alergia.

Y he escuchado que la comida de la mazmorra está mejor que el guiso de ardilla del pequeño Juan.

¡Lo atrapamos sin hacer nada! ¡Somos unos genios! ¿Le hacemos el test de bandidez? Sí, sí. Yo mismo se lo hago.

Nombre.

Robin Deloxley.

Profesión.

Justiciero amateur.

Color favorito.

Verde esmeralda con un toque de justicia.

¡Lo tenemos, señor! ¡Es él, Verde Pepino! ¡Enciérrenlo! Y preparen la cena que hoy celebramos.

¿Guiso de ardilla? Sí, sí. Este año nos ha ido mal con la recaudación de impuestos.

A los tres días, Robin Hood escapó.

El comandante fue reasignado de sheriff de Nottingham a inspector de catapultas.

Y el sargento Rufus abrió un escenario.