
El cierre de Iker: El olor a humedad y muerte de la DANA nunca lo voy a olvidar 4k6a6y
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Hace una semana, Iker Jiménez nos habló de estadísticas y en este ‘Cierre’ quiere hablar del cambio que supuso para el programa la pandemia, pues “se perdió el miedo a ir a contracorriente”. Tras esto, comienza a reflexionar sobre la memoria y el poder de los olores a la hora de recordar cosas o situaciones. “Y yo me pregunto, ¿no es eso un viaje en el tiempo? ¿Qué está pasando a nivel cerebral? Cuando llega un olor reconocible, ¿qué debe pasar en el cerebro? Todo el organismo se estremece. El alma dice ‘estoy ahí de nuevo”. En este punto, Iker recuerda, de su infancia, el olor del Pralín (una crema de cacao con avellanas): “Era la Nocilla o la Nutella de tercera clase”. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/7162 47228
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La semana pasada les hablaba de estadística, de entrevistas y de cómo en nuestra red enormal permanecen una serie de recuerdos, también de ese tipo de acciones periodísticas. Otras se van olvidando, lo quieras o no, no deben tener tanta importancia en el archivo y se van como borrando del disco duro. Otras permanecen grabadas a fuego. Es un misterio el por qué, porque muchas veces no son las experiencias más impresionantes.
Es curioso. Y fíjense, yo les iba a hablar hoy, quería, pretendía, pero el comentario es así, pues de hace cinco años la pandemia, lo que hicimos, ir a contracorriente, que hemos perdido el medio de la contracorriente porque somos así, ya lo demostramos, bla bla bla bla bla, ya eso lo saben de memoria. Así que prefiero hablarles de esto, de otro tipo de memoria, en este caso una memoria muy singular.
Leí hace poco un libro, porque tuvieron la bien los chicos de Diabolo Ediciones mandarme un pack de libros de los 70, de la tele, de los circos, de las meriendas, me apasiona todo eso porque es mi infancia, y uno dice al final que siempre está contando su misma historia, y cada vez sabemos más que en la infancia se ha fraguado una gran parte de nuestra personalidad. Era un libro sobre sabores de la memoria, la interacción muy interesante, muy personal entre memoria, sabores, infancia, y claro, allá intervienen los olores.
Ya dijo Marcel Proust, aquello de la magdalena y como que recorres toda tu vida con un olor. Y es cierto, dicen los expertos, que más allá del sonido, e incluso del recuerdo visual, un olor habla a nuestro yo tan profundo, que el viaje en el tiempo, ahí hay algo cuántico, que yo creo que no está explicado. Lo sentimos y lo notamos, a que sí, a que a ustedes les viene un olor absolutamente inesperado, 30 años después, 40, y papam, ahí está usted otra vez.
Entonces yo me pregunto, ¿no es eso un viaje en el tiempo? ¿Qué está pasando a nivel cerebral? Era para verlo con el doctor Alonso, el doctor Loéches, ver una tomografía computerizada, cuando llega un olor reconocible, ¿qué debe pasar en el cerebro? Te explica, ¿no es que la pituitaria y tal? Sí, sí, sí, pero todo el organismo se estremece, el alma dice, estoy ahí de nuevo, y viendo ese libro, que lo contaba muy bien, yo digo, jo, a mí el olor del pralín, ustedes se acuerdan del pralín, era la nocilla o la nutella de tercera clase, ¿no? Porque nutella vino a España tarde, nocilla era la marca top, y sin embargo a mí la que me gustaba era el humilde pozal de plástico con pralín de zahor, y si usted me pone, claro no lo he vuelto a oler, pero yo digo, ¿por qué mi cerebro ha enganchado ese olor? ¿Qué significaba? Pues seguramente un momento feliz, pero fíjense cómo son otro tipo de olores, ¿no? Recuerdo muy bien llegando al Valle de Tabladillo, en Segovia, hace más de casi 30 años, en esa época de las revistas, hay un supuesto lobo con un solo colmillo, porque dejaba un punzón, que había matado a 380 ovejas, y me acuerdo que es la primera vez en mi vida que me pongo una mascarilla, que yo no conocía lo que era eso, madre mía, el olor de la muerte de ese tipo, la gente, ganaderos y tal, sabrán de lo que hablo y no les impresionará tanto, pero es que lo puedo tener aquí.
En cuanto a olores desagradables, recuerdo en otro reportaje con un barco pesquero, en una fosa atlántica, el olor de la comida era muy especial y puedo viajar de nuevo ahí. ¿Se acuerdan ustedes del olor de los colmados de nuestra infancia? Yo me acuerdo de casa Zárate, debajo de casa de mi abuela, en Portal del Rey, me acuerdo perfectamente que tú bajabas y era una mezcolanza que no sabía si era atractiva o no, el bacalao seco partido en láminas, los caramelos de violeta, y eso era una sinfonía que yo era mismo perfectamente.
O en mi primera guardería, lo recuerdo muy bien, el olor de la comida, que siempre es la comida, ¿no? Es curioso también. Recuerdo el olor del campo de las flores a margaritas de mi otra abuela, mi abuela Mari, en Villaba, que iba con ella a recoger yo margaritas muy pequeño, y sí, ¿por qué? Porque tuvo que ser antes del 82, porque el 82 llega el mundial, me vuelvo loco con el fútbol, y ya se lo jugaba el fútbol, pero iba con mi abuela a coger flores. El olor de esas flores, el olor de ese campo, y que luego ya no ha vuelto, ¿no? ¿Por qué nuestro archivo, ahora ustedes están recordando, ¿por qué? ¿Por qué el olor de las galletas, las más célebres galletas españolas, cuando olían de otra manera? ¿O es que tú eres de otra manera?
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