
CF63 – Rufus, Lazarus, una dependienta y un espía... no es un chiste, es el episodio 4f5a5h
Descripción de CF63 – Rufus, Lazarus, una dependienta y un espía... no es un chiste, es el episodio 3n2cs
Hoy se vienen todas las cosas buenas de la mano de Rufus T. Firefly, donde exploramos esa música que llena los vacíos del alma con melodías que abrazan desde la primera nota. Después nos sumergimos en los sentimientos a flor de piel (japonesa) con Lazarus y La dependienta, esas obras que nos conectan con la sensibilidad nipona y su forma única de entender las emociones humanas, delicadas como pétalos de cerezo pero profundas como el océano. Y para cerrar, nos echamos unas risas con un metal que nos recuerda que sin humor la felicidad es imposible, porque la vida necesita esos momentos de liberación donde la risa se convierte en el mejor antídoto contra la melancolía. 305040
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Hola soy Robo y este es el podcast con escenes frikis, podcast en donde conectamos con la música, cine, videojuegos y literatura más inspiradora y atemporal, dando preferencia al contenido independiente, friki o retro más auténtico. A veces este podcast parece volverse translúcido, como si pudieras ver a través de él. No sé si es por la inexistencia de , porque no sé si esas cientos de escuchas son de gente que pasa de largo o se para a escuchar, o porque el tiempo y trabajo invertidos se pierden en un silencio absoluto flotando como fantasmas en la inmensidad del arte. Pero ahí queda, esperando a que alguien como tú pueda llenar su corazón con arte que significa mucho más que un simple pasatiempo. Hoy se vienen todas las cosas buenas de la mano de Rufus T.
Farfly donde exploramos esa música que llena los vacíos del alma con melodías que abrazan desde la primera nota. Después nos sumergimos en los sentimientos a flor de piel, con Lázarus y la Dependienta, esas obras que nos conectan con la sensibilidad nipona y su forma única de entender las emociones humanas, delicadas como pétalos de cerezo pero profundas como el océano. Y para cerrar nos echamos unas risas con Unmetal que nos recuerda que sin humor la felicidad es imposible porque la vida necesita esos momentos de liberación donde la risa se convierte en el mejor antídoto contra la melancolía. Comenzamos con la música Rufus T. Farfly, Todas las cosas buenas, su último disco. No sé si es que ya estoy en esa edad donde uno empieza a ver la belleza en lo pequeño o si es que Rufus T.
Farfly me ha pillado con el escudo bajado. Pero este disco, Todas las cosas buenas, no entra, atraviesa. Sin aspavientos, sin ruidos, sin necesidad de demostrar nada, solo entra, se queda y te cambia la temperatura interna. Rufus ya no tiene que hacer piruetas sónicas para demostrar que son de los mejores grupos que ha parido la escena, lo llevan siendo años. Pero lo que han hecho aquí, esto va de otra cosa. Esto es madurez emocional y artística traducida en canciones que acarician, que reconcilian, que entienden el dolor pero que eligen no quedarse a vivir en él. Desde el primer tema se siente esa mezcla de ternura y gravedad, como si alguien te hablase al oído después de haber llorado juntos.
Las guitarras siguen ahí, los sintetizadores también, pero todo es más cálido, más cercano, más humano. Aquí hay groove, sí, pero también hay caricia, hay una nueva espiritualidad, una que no se busca en los cielos ni en los astros, sino en los abrazos y en las amistades que sanan, en los recuerdos que ya no duelen tanto. Y musicalmente esa calidez se traduce en referencias que flotan sin imponerse. Hay ecos de muchos grupos, siempre se les compara con Timmy Impala, pero también hay algo de Melody Ecochamber, de Charlotte Gainsborough, de ese tipo de psicodelia que flota sin perder cuerpo. Incluso secuelan momentos que recuerdan al sinwave elegante o al tono melancólico de The Smith. Y por debajo de todo, un tufo noventero a New Wave que aparece como un guiño para los que venimos de ahí.
Hay canciones que directamente orbitan el downtempo más emocional, otras donde el pulso chill se mezcla con una electrónica envolvente rica en texturas, donde se nota que el procesamiento sonoro y las capas han sido tratadas con mimo y con intención. No hay nada al azar, todo suena como debe sonar, ni más ni menos. A nivel de producción, qué decir, es de una finura apabullante, todo está colocado con una precisión que no suena a cálculo sino a cariño, las voces tienen cuerpo, los bajos abrigan, los detalles electrónicos flotan como polvo en un rayo de luz.
Es todo muy poético pero es que es así como lo siento. El disco duele pero no hiere, es melancólico pero no triste, es luminoso pero no ingenuo, es como ese amigo que ha pasado por lo mismo que tú y te lo cuenta, no para darte lecciones sino para que sepas que no estás solo. Todas las cosas buenas, gran título por cierto, no es un disco para gritar, es un disco para escuchar con los ojos cerrados y el corazón abierto, un disco que no quiere no quiere epatar sino acompañarte, uno de esos que cuando acaben te dejan con la sensación de haber tenido una conversación importante con alguien que no veías hace mucho.
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